Lo confieso: me pirra el romanticismo. Me gustan los actos bonitos de bondad y amor por otra persona, me gusta el altruismo sentimental, me gusta querer y que me quieran. Disfruto con las historias moñas, con las películas pastelosas y con las historias de amor, y no me avergüenzo.

Total, que como yo soy tan locatis del amor he pensado que por ahí tiene que haber más personas como yo, aunque hoy en día abunde el hateo máximo. Como el pasado agosto mi mejor amiga se prometió con su novio, decidí recopilar las historias de pedidas más bonicas (y graciosas) que me han contado a lo largo de mi vida para compartirlas. Sin exagerar se me ocurren más de 20 historias, así que para resumir os haré un top 3 contado por sus protagonistas (salvo la última, que os la cuento yo).

  • Una pedida de película

A mi mujer y a mí nos gusta mucho el cine. Todos los jueves vamos salvo que estemos enfermos o hasta arriba de curro. Además, como vivimos en una ciudad súper pequeñita donde conoces a todo el mundo, los del cine ya nos conocen y hay muy buen rollo.

Yo llevaba tiempo queriendo casarme y ella también, así que hablé con un amigo que estudio Audiovisuales para grabar un corto y proyectarlo en el cine para que ella lo viera. Fue un trabajazo enorme pero quedó muy guay. Tampoco me atribuiré todos los méritos porque vi la idea por Internet y me gustó, pero bueno… Basicamente entramos en el cine y le dije que tenía que ir al baño. En ese momento comenzaba el corto. En él, yo le contaba a todos nuestros amigos que nos íbamos a casar y les invitaba al a boda. Uno por uno, casa por casa. Aproveché hasta un viaje a Madrid para grabarme en casa de su hermana (esta parte quedó un poco mal porque lo grabé con el móvil, pero moló mucho). Y al final todos los amigos se reunían en el cine y por último entraba yo.

En ese momento empezó a sonar nuestra canción favorita y se levantaron todos nuestros amigos, que también estaban en el cine pero ella no se había enterado porque a propósito hice que llegásemos tarde, todos estaban ya allí y estaban las luces muy oscuras cuando entramos.

Fue una verdadera pasada que jamás olvidaremos (sobre todo porque mi amigo grabo todo).

  • La yincana en el pueblo

Desde que empezamos a salir a mi chico y a mí nos gustan mucho los juegos de misterio, los escape romos y todas esas cosas. Por eso tenía clarísimo que si algún día le pedía matrimonio yo a él, sería mediante pistas y cartas.

Estuve hablando con sus amigos y familiares del pueblo durante meses para organizar una verdadera yincana. También fui un par de veces al pueblo para poder preparar todo mejor. A él le decía que me iba de fin de semana con unas amigas. No sé cómo no la cagué jajajaja. Además, todo el pueblo estaba al tanto para que nadie robase ninguna pista y también para poder actuar un poquito en algunos momentos de la yincana.

Con la excusa de que había un puente y teníamos unos días libres le propuse ir a su pueblo a desconectar (en realidad le iba a pedir matrimonio), y él aceptó encantado. Desde el minuto 1 empezó la aventura.

Fue una pasada y aunque él se olía bastante lo que iba a pasar cuando empezaron las pistas y las pruebas, le hizo muchísima ilusión. Además lo celebramos con todos sus amigos y familiares y eso también moló mucho.

  • La pedida musical

Y por último la historia de mi mejor amiga, a la que tengo un cariño especial porque participé en ella.

Ella llevaba tiempo queriendo casarse y ambos lo habían hablado, pero quería algo original y diferente para poder contar y recordar. No quería lo típico de “sí, decidimos casarnos un día, pusimos la fecha y ya”. Total, que habló con el portero de su comunidad y le contó su plan, colarse de noche en el patio interior del edificio con todos los amigos en común, poner una canción a tope para que él la escuchase por la ventana y se asomase y pedirle matrimonio.

El patio es precioso, tiene un jardín súper cuidado y es muy amplio, así que iba a quedar todo muy bonito. Total, que el día de la pedida a las 10 de la noche ella le dijo que se iba a una cena con su grupo de colegas y él se quedó en casa viendo una peli. Entre que llegaron todos los amigos al punto de encuentro se hicieron las 11 de la noche y nos fuimos todos corriendo al edificio donde viven. Entramos por las escalerillas que llevan al patio interior, conectamos los altavoces, pusimos unas cuantas luces (todo esto súper callados por si acaso reconocía alguna voz) y chan chan chan… Se hizo la magia. Le dio al play y sonó la canción.

Es verdad que estas cosas no siempre salen según lo planeado y el muchacho está medio sordo o algo, porque tuvimos que ponernos todos a cantar para que se enterase de que había gente en el patio. Aun así, se asomó y flipó en colores. Obviamente él dijo sí y el año que viene se casan.

Cuéntanos en comentarios tus historias de pedida.

 

Redacción WeLoversize