No me gustan los disfraces pero creo que este Halloween voy a disfrazarme de la nueva Renée Zellweger porque da mucho miedo. Han pasado 24 horas desde que vi las imágenes de su reaparición en público y todavía sigo conmocionada y asustada a partes iguales, creo que si soy capaz de decir su nombre tres veces sin trabarme delante de un espejo a la media noche aparece y me mata (del susto, claro). Ya debería estar acostumbrada a los cambios de look de esta mujer pero es que se ha convertido en otra persona y decir persona es mucho porque ahora parece reptiliana.
Lo siento mucho querida Renée, pero por mucho que lo intentes y aunque te hayas llevado el Oscar a la mejor actriz de reparto por Cold Mountain, siempre serás recordada por interpretar a Bridget Jones, la gran antiheroína británica entrada en carnes que nos sigue haciendo reír por muchos años que pasen. Molabas por eso, por no ser la típica belleza angulosa de Hollywood y por tener un rostro aniñado y mofletudo. Tampoco me quiero poner radical y hacer apología en contra de la cirugía, unos retoquitos para mejorar me parecen bien, que no quisieras quedarte con los 12 kilos que tuviste que engordar para dar vida a Bridget me parece lógico, pero este cambio tan radical es exagerado. Ahora entrarás a formar parte de ese grupo de hombres y mujeres que han perdido toda la expresividad y la naturalidad de sus rostros y solo espero que no acabes pareciéndote a John Travolta.
Las redes sociales están revolucionadas con este tema que se ha convertido en trendig topic, le han llovido las críticas e incluso hay quien habla de «suicidio facial». Algunos expertos en belleza no tardaron en dar su opinión sobre la nueva imágen de la Zellweger asegurando que se ha afilado las mejillas, estirado los párpados, retocado la nariz y alisado la frente con botox. Vamos… un completito. La actriz de 45 años ya no tiene ni una arruga y ya no necesita poner morritos (ese gesto tan característico suyo) para marcar pómulos es más, mejor que no intente hacerlo no vaya a ser que se le salten los puntos.
Lo que no sé es qué va a pasar con la tercera parte de la saga de Bridget Jones (que espero con ansias aunque el libro me dejó un poco fría). La propia Renée, cuando le propusieron el proyecto, declaró que se negaba a engordar otra vez y que prefería que la caracterizaran. Me parece fenomenal porque al fin y al cabo es su cuerpo y esos cambios de peso no son sanos, pero ahora vamos a ver a otra persona en la gran pantalla y eso me perturba. Ahora cada entrada del diario debería ser:
«5 copas, 8 cigarrillos, 300 calorías, 2000 operaciones de cirugía estética».
Zellweger ha hecho unas declaraciones para la revista People argumentando que está diferente porque está viviendo una época muy sana y feliz, sin hacer mención alguna al bisturí: «¡Me gusta que la gente piense que estoy diferente! Estoy viviendo una vida feliz y plena, y me encanta que se note». Me parece fenomenal que esté encantada pero que no nos engañe, en su nuevo look no solo hay felicidad y madurez. De todas maneras no hay que hacer más sangre de su cambio, probablemente sea culpa de las presiones de una industria, la cinematográfica, en la que hay poca cabida para las mujeres maduras reales.
