Muchas diréis, “Eso lo he visto yo por casa de mi abuela”. Pues sí, la Abéñula es de esos productos eternos, que llevan siendo tops de belleza, desde que salieron al mercado. Los fondo de neceser como digo yo. La Abéñula la usaba mi abuela, rutina que copió mi madre y que posteriormente, he adoptado yo. ¿La razón? Pues básicamente, porque es la pera limonera, para el cuidado de los ojos y las pestañas. De pequeña, siempre cotilleaba los rituales de belleza de mi madre y me di cuenta, de que este producto nunca faltaba. Así que un poco por curiosidad y otro mucho, influida por las pedazo pestañas de mis referentes femeninos, comencé a usarla cada noche.

 La Abéñula es una crema para la higiene ocular. Evita conjuntivitis, mantiene el ojo hidratado y cuida de las pestañas. Esta última característica es la que más destaco yo. Ya que deja las pestañas fuertes y brillantes, a la vez que evita que se caigan en exceso. Además, sirve también como desmaquillante. Se vende en farmacias y parafarmacias y su precio en formato más grande, no supera los 5 euros.

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Yo suelo aplicarme la Abéñula de color blanco por la noche, junto con mi contorno de ojos, para que a la mañana siguiente, al lavarme la cara, las pestañas se queden impregnadas de un poco de la grasilla y cuando me aplique el rímel, no sólo las proteja, sino que consiga hacerlas más tupidas. Otra cosa que suelo hacer, sobre todo para eventos especiales, es aplicarme la Abéñula en color negro (hay una cajita en la que vienen varios colores). Al llevar pigmento, tiñe las pestañas de forma natural y les da mucho más cuerpo. Un inventazo vaya. Eso sí, no os asustéis si a la mañana parecéis el negrito de la África tropical, ya que es muy graso y se corre que no veas.

 

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