Desde que me atreví a abrirme mi primer perfil en una app de ligoteo que he estado entrando y saliendo continuamente. Que si este mes me apetece, me abro un perfil y chateo con alguien. Que si ahora me he rayado y me borro el perfil. Que si veo una peli romántica y me vuelvo a abrir el perfil. Que si estoy conociendo a alguien y ya no me apetece seguir ahí… En fin, que me he hecho más perfiles que veces me he cambiado de bragas.

En principio esto no es ni malo ni bueno. Aquí cada quién usa las redes como le dé la gana. El problema viene si tienes una PÉSIMA memoria para recordar caras y nombres…

Pues bueno, todo empezó hace como tres años. Yo tenía la autoestima MUY pero que MUY bajita y tendía a ignorar todas las «Red flags»; ya sabéis, todas esas señales que nos advierten de si el tipo es un completo tocaenchufes.

Para que os hagáis una idea de las red flags que ignoré: Pedía nudes (eso es algo que ha de fluir tío, no insistas), pasaba foto picha en SU PUÑETERO CURRO, y fardaba de dinero. Si ves cosas así, HUYE POR EL AMOR DE DIOS.

Pero nope. No huí. Os repito que tenía la autoestima muy bajita, digamos que venía de una historia un poco tortuosa y no tenía mucho listón.

Al final llegó el día en el que dejamos de chatear y tuvimos nuestra primera cita. HORROR. Para empezar se puso chulito y un poco faltón por whatsapp porque me perdí por las calles al llegar a la cita (que era en un Pans & Company, super mega romántico) y luego, nada más llegar me quiso plantar un beso en los labios que esquivé con una cobra muy bien ejecutada.

Después, durante la cita, no dejaba de decir que como trabajaba podía permitirse ir a cenar dónde quisiera y blablabla. Supongo que como yo estaba en la uni y no trabajaba… se creía más.

En un momento dado quiso cogerme la mano, pero no correspondí y entonces él, para recoger cable, disimuló que no me extendía la mano a mí, sino para coger mi teléfono y apartarlo porque había unos con «pintas» que, según él, me iban a robar el teléfono.

A ver, a ver, a ver. ¿What? Muy loca su recogida de cable. Pero encima juzgando a la peña. Muy mal.

Al acabar la cita cada uno pagó lo suyo y nunca más nos volvimos a escribir.

PUES BIEN, AQUÍ VIENE LA CHICHA. Hace unas semanas, volví a chatear con un mozo que me pareció agradable y como me había acabado de crear el perfil en la app NO TENÍA GUARDADA ninguna conversación previa. Así que empezamos a chatear.

A mí me sonaba la hostia y le pregunté si habíamos hablado ya. A lo que me respondió que «podía ser». Yo pensé que probablemente habíamos chateado y que por algún motivo la conversación había muerto y que por eso no me acordaba. Pero nonono. ERA ÉL. El señor CuidaoQueTeRoban.

Cuando caí le pregunté por qué no me había reconocido porque, a ver, voy en silla de ruedas. ¿Really no te acuerdas de la cita con la moza en silla de ruedas? Desgraciadamente no somos muchas y la peña se queda con nosotras… Me dijo que igual esta vez salía mejor y más tonterías varias.

Esta vez por suerte tenía algo más de autoestima y evité tropezar otra vez con la misma piedra.

No, si va a resultar que estoy Tullida por tropezar siempre con las mismas piedras y no por una enfermedad neurodegenerativa.