Cuando te enamoras, precisamente lo primero que se te pasa por la cabeza no es que te vayan a poner los cuernos, pero pasar pasa. Como los herpes, es algo que todos hemos sufrido. Más bien te imaginas una boda rústica en el bosque, llena de farolillos e invitados con bengalas, con tu perfecto pelo repleto de flores y una bonita trenza de espigas, que aceptémoslo, jamás vas a aprender a hacerte.

Siempre pensamos que eso es algo que les va a suceder a otras personas, que nuestra relación es idílica y perfecta hasta el día que ¡Zasca! No puedes entrar por la puerta y resulta que tienes más cuernos que un vikingo subido a un ciervo con los bolsillos llenos de caracoles.

¿Cómo superar una infidelidad?

Llegados a este punto puede suceder de todo. Que te marques un Taylor Swift y tires su ropa ardiendo por el balcón mientras pones cara de loca psicópata (o que rompas su querido coche con un palo de golf mientras suena Bust your windows) o que simplemente decidas irte, porque estás demasiado rota como para ponerte a hacer puzzles a estas alturas de la vida.

Pero si por el contrario, decides seguir con tu relación de pareja, déjame decirte que no va a ser sencillo. Vas a tener que lidiar con un montón de sentimientos negativos. Hacia ti misma y hacia la otra persona. Los celos, la desconfianza, el odio, la rabia, el rencor, van a tomar cada parte de ti, te lo digo por experiencia.

Superar una infidelidad no es algo fácil ni tampoco algo que se haga en un mes o en dos. Es un proceso largo de reflexión, y creo que todos debemos ser lo suficientemente maduros para saber si ha sido algo puntual o si es la forma de ser de nuestra pareja, si realmente no nos quiere. Generalizar en cuestiones de relaciones me parece algo completamente absurdo y voy a intentar hacerlo lo menos posible, pero creo que el primer paso para superar unos cuernos es sentarte a pensar. Aceptar la verdad. Llora si tienes que llorar, grita, no reprimas tu proceso de duelo.

No intentes justificarlo, no intentes buscarte pegas. No lo hizo porque tú no le dedicaras la suficiente atención, porque estuvieras agobiada con el trabajo, lo hizo porque puso en una balanza lo bueno y lo malo y decidió hacerlo. Fue una acción y toda acción tiene sus consecuencias. Somos adultos para tomar nuestras propias decisiones.

Cuando te traicionan, es muy complicado sacar sentimientos en claro. Eres un mar de dudas andantes. Quieres a tu pareja y quieres estar con ella pero también la odias y sientes que quieres devolverle de alguna manera todo el daño que te ha causado.

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Para mi, tanto quedarse como irse son dos decisiones igual de respetables. La vida es demasiado corta como para no hacer realmente lo que uno quiere, pero si decides permanecer, tienes que aprender a dejar al lado el dolor y la rabia, porque si perdonas, tienes que hacerlo de verdad. No vale quedarse para torturar a la otra persona, para ser un recordatorio constante de lo que hizo. Esa no es manera de vivir, ni para ti ni para la otra persona.

Si realmente quieres que funcione, tienes que querer de verdad e intentarlo con todas tus ganas. Aprender a valorar sus esfuerzos de demostrarte que se arrepiente, que quiere cambiar las cosas. Tienes que dejar de desconfiar y armar juntos ese rompecabezas tan complejo que es la felicidad.

 

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