Parece que así hemos sido aleccionadas generación tras generación y la leccioncita ha saltado a la palestra una vez más, pero esta vez para ser cuestionada.

Hoy, que un tuit mueve más gente que adolescentes una boyband en los ’90, se ha generado un bonito debate en la red social. Bonito porque todo lo que estimule la reflexión puede llevar a la evolución, y la verdad coleguis, aún nos queda mucho caminito por andar.

Una parte de ese camino es abolir la homofobia, que aunque nos parezca increíble que siga existiendo gente a la que le salten las alarmas con el amor, sigue existiendo gente que se escandaliza con la posibilidad de que la protagonista de uno de los últimos bombazos de Disney, Frozen, pudiera ser homosexual. ¡¡¡¿¿¿Yyyy???!!! Pues que el colectivo cromañón homofóbico considera que esas relaciones, antinaturales para ellos, no deberían tener su espacio en una película infantil. Muy sabiamente, el tuitero @it´s James, les ha devuelto la cuestión de lo «natural» con otros fantásticos (y nunca mejor traída la palabra), ejemplos.

Porque me dirás tú que es super natural que una mujer se enamore de una bestia, que por saber ni sabemos ni que bicho es. O una princesa tenga un romance con un ogro verde como Shrek. OGRO. VERDE.¿Qué hay de la señorita que se prenda del anfibio en La forma del agua? ¡Super, super natural señores!¡Eduquen a sus hij@s en la zoofilia!

 

 

Y como una cosa lleva a la otra y Twitter es así como un gran Brain Storming… ¡hostia! Pero si resulta que siempre somos NOSOTRAS las que nos enamoramos de los bichacos. Bichacos- bichacos literales, que lo mismo da que sea terraqueo que acuático, que sea aterrador o que carezca de capacidad del habla y sea más bruto que un arao (que para eso es una bestia), que la prota siempre tiene la capacidad de ver la belleza de su interior, aunque este bajo capas y capas de hostilidad, agresividad y otras bonitas características.

 

 

Por si se quedaron cortitos los creativos de semejantes historias, ahora cambiemos el foco del cómo es él al cómo es ella, ¿te has fijado? Adolescentes (o al menos en madurez), tiernas, vulnerables y de talla 0. Porque incluso el monstruo más feo y aterrador del lugar puede enamorar a la mujercita más inteligente culta y bella del lugar; que para eso las mujeres somos frágiles y agradecemos cualquier pequeña atención del sexo opuesto (aunque no sea ni de la misma especie).

¡Vaya patrañadas señoras!

La pescadilla que se muerde la cola; nos hemos tragado esta historieta tanto que la seguimos representando y nuestros sucesores se siguen criando con el rollito de que nosotras, además de perseguir la perfección física e intelectual, porque de lo que uno es por dentro solo importa en el caso de ellos. ¿O acaso alguien se había tragado El Bello y la Bestia? Si es que hasta imaginárselo suena raro; a ver que Bello hubiera aguantado a una Bestia gritándole más alto que si hubiera liquidación en el mercadillo.

¿Vosotras que pensais del «amor monstruoso»? ¿Llegará pronto el día en el que ellos vean la belleza interior de ellas sin quedar como héroes? Porque, esa es otra, que lo que a nosotras se nos exige en ellos es un meritazo infinito que ha de ser aplaudido y super agradecido por el objeto de su amor, no vaya a ser que que el falo deje de ser el ídolo a adorar.