ALERTA SPOILERS

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Sí, casi todo el mundo se ha enamorado de Daenerys en algún momento de la serie (o de los libros o de todo a la vez). Juego de Tronos llegó a nuestras vidas en un momento en el que necesitábamos recuperar la ilusión en la política y en la vida en general, y convertimos a Dany en una especie de símbolo de liberación. Así que cargamos todo el peso de nuestras propias expectativas en un personaje de ficción femenino, fantaseando con que fuera real y llegara a lomos de uno de sus dragones para hacer del mundo un lugar mejor.

Dany es bellísima, con su melena plateada y unos lookazos maravillosos (que esto puede sonar muy superficial, pero todo ayuda a la construcción de un mito). Dany ha sido casada, violada y ninguneada. Dany ha renacido de sus cenizas, ha criado tres dragones y ha intentado ser justa a su manera. Pero Dany también ha sido cruel, violenta y tirana, con la excusa de recuperar lo que le pertenecía por cuna y rozando la obsesión. No debemos olvidar que, en sus periplos para llegar a Poniente, Dany liberó a los esclavos sí, pero en su propio beneficio ya que necesitaba una historia que la legitimara y tropas para poder sentarse en su anhelado Trono de Hierro. Y todo esto es maravilloso, porque las mujeres no somos unicornios y los personajes femeninos tampoco deberían de serlo.

«Cuando mis dragones crezcan, retomaré lo que se me ha robado y destrozaré a aquellos que me han hecho mal, quemaré ciudades hasta sus cimientos. Dadnos la espalda, y os quemaremos a vosotros los primeros».

Ahora llega la última temporada y en un giro ¿inesperado? de los acontecimientos, la Targaryen nos muestra toda su vulnerabilidad (y la de una familia que ha abusado de la cosanguinidad para mantener la pureza de su estirpe). Pierde a su mejor amiga, a su leal Jorah, a gran parte de sus tropas y a dos de sus dragones luchando por un Poniente que no le es nada amistoso. En este contexto los personajes más políticos de la serie (Varys, Tyrion… ) empiezan a desconfiar y a plantearse si realmente Daenerys es la mejor opción para gobernar. Y qué queréis que os diga, teniendo en cuenta sus acciones y que su antecedente conocido es el Rey Loco (su padre), me parece justificadísimo.

He visto a mucha gente llevándose las manos a la cabeza, diciendo que esto no puede ser más que un invent machista de los guionistas. Y yo me quedo muerta porque me da la impresión de que no hemos estado viendo la misma serie.

Y -¡ojo!- hay muchísimo machismo que denunciar en Juego de Tronos porque, por mucho que hayan planteado personajes femeninos fuertes, les han hecho pasar penurias innecesarias y demasiado explícitas para poder mostrar todo su poderío (¿Brienne llorando en bata, en serio?). Pero justo esto me parece un sobre-análisis de lo más tendencioso y que, en mi opinión, responde a una idealización excesiva de Daenerys.

Resulta también que, para muchas personas, está fatal que Sansa no haya querido ser su amiga. Se aferran a la sororidad para justificar este argumento y yo no doy crédito porque me parece un análisis tan simplista que me dan ganas de llorar. Sansa, como buena norteña, desconfía de una señora que se dice reina de Poniente, pone sobre la mesa sus líneas rojas y busca lo mejor para el Norte… ¿debería ser dulce y maja con ella solo por ser mujer y sin tener ni idea de cuáles son sus planes para su pueblo? La sororidad no significa que todas tengamos que abrazarnos sin filtro como si fuéramos osas amorosas. La sororidad es una alianza entre mujeres, de igual a igual y con un proyecto común (la liberación femenina), en un contexto de lucha contra una realidad patriarcal. Daenerys quiere a Sansa súbdita y fiel a un proyecto que desconoce, ¿dónde está la sororidad ahí?

Khaleesi llegó a Poniente buscando devoción y admiración, no la encontró y esa es la piedra angular de todo su brote de locura. Agotada, destrozada y sintiéndose traicionada por todos, pero queriendo demostrar toda su fuerza porque es lo único que le queda. No es una heroína y tampoco es una villana, es una mujer con sus contradicciones que no ha podido equilibrar su mal interior en un momento dado. Probablemente todo ese binarismo (muy del pensamiento occidental) entre «buenos y malos» sea parte del problema a la hora de interpretar todo lo que está pasando. Pero es importante tener siempre presente que lo fundamental en esta saga es el poder político, su legitimación y sus consecuencias.

Necesitábamos un referente y lo tuvimos, ahora solo nos queda asumir sus aristas y no pasa nada. Vamos a dejar que los personajes femeninos también se vuelvan locos cuando se tercie, que también tienen derecho…  Ahora solo esperemos que no sea el pusilánime de Jon Snow el que acabe sentado en el Trono de Hierro.