Desconcertada me hallo. Tiempo ha, sin recordar ni cómo ni cuándo, me encontré de bruces con el extraño concepto. Inmediatamente LA PREGUNTA acechó mi mente: ¿‘it girl’?, ¿ante qué tipo de experimento nos hallamos?, ¿una chica ‘eso’?, ¿tal vez los medios, la industria de la moda y/o la imagen o la constante necesidad de competir con los demás y con uno/a mismo/a?, ¿o será ‘la sociedad’ (esa en la que, sorpresa, también habitamos)?, ¿quién inventa estos conceptos insólitos y desvirtuados? Ávida de información acerca de la nueva tendencia me sumergí en lecturas, investigaciones y algo de observación para intentar entender el significado antiguo, presente y futuro de tan, a veces, esperpéntico concepto. Hallé datos y evidencias muy interesantes (ojito).

El concepto de lo ‘it’ se despliega, muestra, explica y construye en ámbitos tan diversos como la literatura, el cine y, esto nos debería encantar, también en la vida real.

La intrépida y arrojada Mrs Bathurst (1904) de Rudyard Kipling es  la inicial portadora del concepto: ‘no es la belleza, por así decirlo, ni necesariamente buena  conversación, es sólo ‘eso’.

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Elinor Glyn (1864-1943), guionista de It (1927), y su estrella en ciernes Clara Bow como estandarte del concepto, terminan de configurar la esencia de ese ‘it’: el magnetismo irresistible y cautivador que subyuga a ambos sexos y que abarca algo que va más allá de la mera beldad física.

Creímos haber redefinido la quintaesencia de la seducción, el glamour y el estilo. Pero no, ahí están Mr Kipling, creando una ficción en la que una it woman’ resuelta y audaz de personalidad desbordante y magnética atrae a cuantos se  cruzan en su camino, La Señora Glyn, novelista y guionista dada a escandalizar a los lectores de la época y su encumbrada actriz Clara Bow, la primera ‘it girl’ no ficticia, acotando las características del término.

Sí, por supuesto, me gustaría ser así. Una suerte de pin up glamurosa, inteligente y pizpireta que haga las delicias de propios y extraños ¿No resulta absolutamente halagador en ocasiones ser el centro de atención? Esas iniciales ‘it girls’ abrumadoras, fabulosas, fantásticas y con ingentes dosis de atractivo e inteligencia, se han desvanecido por el camino, dando paso a la degeneración del término: ¿por qué? ¿Qué hemos hecho mal para que la tiranía del culto a la imagen, la superficialidad y la belleza, desvinculada de su principal ingrediente, el atractivo, sean sólo los únicos descriptores de ese ‘it’ tan fabuloso en sus inicios?

Mrs Bathurst, Elinor Glyn y Clara Bow destilan encanto, ángel y desafío mental a partes iguales desde la ficción, el descaro con cultura y la pantalla. Ofrecen la magia del saber estar, conceden su propia presencia, dejan a su paso una estela de recuerdo imperecedero, una imagen difícilmente olvidable, una esencia.

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El presente del fenómeno nos remite a la juventud, apartando de un plumazo la serenidad, atractivo, experiencia y elegancia potenciales de algunas mujeres que han dejado atrás esa etapa de frugal candidez. Ahora parece que únicamente pueden ser ‘it’ algunas jóvenes damiselas cuyo mérito más destacable es lucir esos fantásticos y ‘asequibles’ modelitos que lucen (o intentan) taaaan estupendas y que tooodas nos podemos permitir. Se materializa en un fastuoso y deslumbrante escaparate ante el que nos quedamos boquiabiertas/os por toda esa fantasía que promete. Y esto es estupendo si, y sólo si, una vez en el interior observamos que el material se corresponde con lo previamente expuesto. Mas en ocasiones no es sino un esperpéntico engaño y ahí es cuando las princesas se convierten en ranas, que también las hay. El desteñido no es un fenómeno exclusivo del género masculino.

Así observamos que resplandecientes actrices, modelos o efímeras personalidades públicas de dudoso talento desfilan por la fugaz pasarela de esa quimera del ‘it’, pisando fuerte y con firmeza, tratando de aprehender toda la rentabilidad posible a sabiendas de que detrás vendrán otras nuevas candidatas dispuestas a arrebatarles sus brillantes coronas. Pocas, muy pocas, pueden sobrevivir en esa jungla de la apariencia perpetua, y no sería necesario que lo hicieran si se retomara la esencia del concepto como algo que abarca personalidad, estilo y modelo vital, en vez de limitarlo a algo tan banal como la mera exposición de la belleza física.

El antaño aglutinador concepto del ‘it’ ha degenerado solo en ‘eso’, traduciéndose en un simple lucimiento exterior en detrimento del cultivo del estilo, no solo en lo meramente físico, sino en el abrillantado de las habilidades y cualidades personales. Es muy cool tener un/a estilista personal que consiga que las estrellas resplandezcan en público. Lo más ya es también disponer de un coach para sobrellevar toda la presión y superficialidad mediáticas. Todo por evitar la introspección y la soledad ¿Cómo sobrevivimos las humildes mortales que no disponemos de tales ‘privilegios’?

No, ni por asomo queremos ser sólo ‘ese’ tipo de chicas. Ansiamos ser, en tal caso, de aquellas otras ‘it girls’ iniciales que brillaban por ser pioneras, poseedoras de una desbordante personalidad, por salirse de la norma sin importarles excesivamente la opinión y los prejuicios del entorno que las envolvía, sabedoras de que esto les proporcionaba un estilo propio. ‘Eso’ las hacía especiales, refulgentes y fastuosas, poniéndolas en mentes y bocas de casi todos que, secretamente, envidiaban su  valor y sus arrestos para hacer lo que querían, lo que sentían que debían hacer.

Una vez integrado el origen del término ¿Quiénes son nuestras ‘it girls’ favoritas?, ¿a quién nos gustaría emular? (¿continuará?)

Autor: Anycka HC

@anycka7