Hace unos años os hubiera hablado de esto como la historia de mi vida, ahora después de dejar miles de euros en psicólogos y fármacos para salir adelante os diré que es la historia de mi casi muerte. Pero bueno, gracias a no sé muy bien quién o qué puedo decir con la frente alta y el corazón roto, pero libre, que se acabó.

Lo conocí con 16 años, él tenía 23. Yo era inocente, mucho más inocente que lo que se supone que tienes que ser con dieciséis años. Estaba en un colegio de educación diferencial y en mi clase solamente había chicas, yo no sabía prácticamente cómo se hablaba con chavales, mi contacto con el otro género prácticamente se reducía a mi padre y mis primos, hasta que llegó él.

Llegó él con su coche, su discurso y sus ojos. Desde el primer momento me hizo sentirme especial, única, suya. Desde el primer momento me dijo que era la mujer de su vida, que no había visto sonrisa más bonita que la mía y que él sabría cuidarme de todo lo malo que había en el mundo.

A mí me encantaba repetirme en bucle que yo era tonta, que yo fui tonta. Que fui tonta por enamorarme, que fui imbécil por dejarme llevar, que era retrasada por meterme su veneno hasta en la última gota de sangre que tenía en el cuerpo. Pero no, no era tonta y no, no estaba enamorada. El amor es bonito, el amor es calma, el amor es paz y yo lo único que tenía eran guerras, batallas, dolor.

Mis amigos dejaron de hablarme, todos. Me decían que hasta que no cortara con él no me volvían a hablar, podéis pensar que eran malos, pero es que vosotras no me visteis con él. Me anuló, me anuló como persona y como mujer, yo no tenía voz, no tenía risa, no tenía pensamientos propios. Todo era él, todo giraba en torno a él. Daba igual lo que me hiciera, lo mal que me tratase, el daño que me infringiese, que yo le perdonaba. Bueno, ni eso, no le podía perdonar porque ni siquiera me llegaba a enfadar.

Me maltrató sí, psicológicamente por supuesto, pero física también. No me pegaba a diario, pero en tres ocasiones me cruzó la cara, por puta.

Se ponía celoso de mis primos, de mi padre, del camarero del bar, de cualquier hombre que pasara por mi vida aunque fuera para venderme el pan. Me decía que tonteaba con ellos, que les miraba con cara de guarra, que con los ojos les pedía a gritos que me follaran. Y yo solo le podía pedir perdón, solo le podía decir cuantísimo lo sentía, solo podía arrodillarme y chuparle la polla para que así se diera cuenta de que yo no era tan mala.

El maltrato llegó al extremo de dejarme tirada en la carretera después de pegarme, en medio de la nada. Se enfadó conmigo por ‘tontear’ con el camarero, me pegó en el coche y se violentó muchísimo mientras conducía, casi no tocaba el volante porque lo único que hacía era gritarme y yo solo le podía decir que parase, que nos íbamos a matar y sí, paró. Paró y me tiró del asiento en medio de la carretera, me empujó, cerró la puerta y se fue.

Y ahí estaba yo con 16 años a más de 20 minutos de mi casa en coche, llamando a mis amigos que no me hablaban para pedirles por favor que vinieran a buscarme y que no les dijeran nada a mis padres. Vino uno, Manuel, vino y me recogió. No creáis que me gritó o que me pidió explicaciones, para nada. No hablamos en todo el trayecto, no me dijo absolutamente nada, él se dedicaba a conducir y yo a mirar la ventanilla porque era incapaz de mirarle a él. Me dejó en el portal de mi casa y me dijo ‘no vuelvas a llamarme si se trata de él, hasta que no lo dejes, borra mi número’.

No le hice caso, por supuesto. Subí a mi casa todo lo recompuesta que pude, me duché y me tiré en la cama, le llamé como treinta veces y no sé ni el número de SMS que le mandé pidiéndole perdón. Al final me perdonó, como siempre, pero me pidió que no se volviera a repetir porque al final si paciencia se acabaría.

Todo se acabó cuando me quedé embarazada, a punto de cumplir los 17. No sé si quiero contaros todo el trámite que supuso el aborto en mi vida, porque no tenéis tiempo infinito para leer esta historia. Pero básicamente por aquel entonces necesitaba ir con mi madre a la clínica por ser menor, no era capaz de contárselo, me tiré casi los 3 meses de plazo que había para reunir valor y decírselo.

El drama que hubo en mi casa no fue sencillo, mi padre a día de hoy aún no sabe que su hija pequeña se quedó embarazada, nos lo comimos todo mi madre y yo. Jamás me planteé si quería tener ese niño porque él categóricamente me dijo que eso no pasaría, que yo no iba a dar a luz, que ese niño no iba a nacer. Así que, como todo, yo lo asumí y casi que ni me pregunté más allá.

Aborté y ese mismo día al salir de clínica estaban él y mi madre esperándome. Nos llevó a mi casa y antes de bajarme me dio un sobre con una carta dentro. Ponía que me olvidara de él, que todo había sido un error, que él jamás me había querido y que no intentara llamarle porque se había cambiado de número de teléfono.

Efectivamente desapareció de mi vida sin dejar rastro, ni el más mínimo. Intenté contactar con él de todas las maneras posibles, moví cielo y tierra para poder dar con él, pero no hubo manera, no fui capaz. Aún no sé cuándo ni cómo lo superé, tardé años en volver a ser yo misma, de hecho mi primera momento realmente feliz y libre de su recuerdo creo que fue cuando tenía 21 cumplidos.

He ido al psicólogo y llegué a estar tratada por psiquiatras. Mis amigos volvieron a mi vida sin saber muy bien qué hacer ni cómo hacerlo, mi madre ha sido el pilar fundamental que me ha mantenido con vida y al final, sin saber muy bien cómo ni cuándo volví a ser yo, volví a tener mi propia historia y no sabéis lo bien que sienta.

Ahora tengo veintisiete años y llevo como unos cinco llevando una vida normal, con mis altos y mis bajos, por supuesto. Pero ahora tengo a mis amistades, a mi familia y a un novio espectacular con el que mantengo una relación sana y bonita.

Pero apareció, el fin de semana pasado. En el pub de mi pueblo, sentado en la barra con una cerveza en la mano. Yo le vi y se me paró el mundo, de hecho salí por la puerta como un huracán, me apoyé en la pared y me dio un ataque de ansiedad, no sé cómo fue, pero creo que me desmayé y que me llevaron a casa, me desperté en mi cama con mi madre super preocupada a mi lado.

Me preguntó qué había pasado y le dije que Iván había vuelto, que estaba aquí y estaba muerta de miedo. Ella me dijo que no me preocupara, que ya se había ido y que no iba a volver. Me contó que mi padre había ido al pub y le había amenazado como hizo once años antes para que no volviera a cruzarse en mi camino.

Yo aluciné, no entendía nada. Ella me contó que mi padre fue con dos hombres más a la casa de Iván y le amenazó, le dijo que le volvía a ver cerca de mí le pegaría un tiro, que prefería pasarse el resto de su vida en la cárcel que ver a su hija sufrir día a día. Al parecer Iván se lo tomó en serio porque realmente se esfumó.

Os mentiría si no os dijese que mi primera reacción fue enfadarme con ellos y querer arrancarles la cabeza, de repente volví a ser la niña de 17 que necesita su droga y el saber que no la tenía porque mis padres lo impidieron me partió como rayo. Pero no duró mucho, en seguida me tranquilicé y les di las gracias, infinitas veces. Si no hubiera sido así no sé dónde estaría a día de hoy.

 

Anónimo