Madre mía, es que no sé ni cómo empezar a escribir esto. No sé si la maternidad se me ha ido de las manos o si a veces le doy a las cosas más importancia de las que tienen, pero mi hijo es que me lleva de cabeza. Yo lo amo, con todas mis fuerzas, pero la gente no deja de decirme que es muy malo, que está mal educado y que debería hacer algo al respecto.

Se llama Daniel y podría ser el protagonista de Daniel el Travieso, eso es así. Es un poco Shin Chan, de hecho su señor padre lo llama así todo el rato. Es nudista, mi niño es nudista. Yo lo visto, él se desnuda. Le flipa, es que le flipa ir en culo por mi casa, yo hago todo lo que puedo, pero es que llega un momento en el que también lo quiero dejar que haga un poco lo que su cuerpo le pida. Si a él le gusta ir desnudo por casa, pues oye, también es su casa, ¿no? Y es que es un niño, que tiene tres años y medio, no más.

Pues el caso es que mi hijo el nudista el otro día la lió en la iglesia con mis suegros. Yo paso con todas mis fuerzas de la religión y mi marido también, pero sus señores abuelos son un poco pesaditos y no dejan de querer llevar al niño a misa, al final pues los respeto. Es que eso es otra cosa que tampoco sé cómo gestionar porque sí, es mi hijo, pero ellos son sus abuelos. Bueno, que me voy por las ramas, el debate de los abuelos lo planteo otra día.

Pues al parecer estaban en la misa del domingo, yo estaba bien tranquila tirada en el sofá con mi señor esposo viendo Netflix y siendo los dos sumamente felices de tener un ratito para nosotros solos el fin de semana. Cuando de repente nos timbran mucho antes de tiempo, siempre vuelven sobre las 14h para comer y eran poco más de las 12.30h. Nos asustamos, ya ves tú, este afán que tenemos los padres porque cada vez que pasa cualquier cosa siempre tenga que ser malo y te imaginas el peor escenario posible en menos de dos segundos, lo que hace la mente humana.

Salimos a abrirles la puerta esperando encontrar a nuestro hijo con un cabestrillo, lleno de sangre o vete tú a saber qué, cuando lo vemos entrar tan tranquilo a casa y desnudarse. Lo miro, me río y le digo ‘¿ya?’. A lo que me contesta con un sutil ‘ez que pica’. (Odia la ropa de los domingos que le regala su santa abuela). Pues bien, justo a continuación empezó el drama por parte de la yaya:

‘Pero tú te crees, todo el día desnudo, es que no lo tenéis ni medio educado, es un salvaje, hoy se ha desnudado en medio de la iglesia, se ha sacado la… la… la chorra ahí, al lado de la sacristía y se ha puesto a decir ‘mira mi trompa, mira mi trompa’. Yo no sabía ni dónde meterme, lo hemos tenido que coger en brazos y sacarlo de allí muertos de la vergüenza, o empezáis a tomaros en serio su educación o nosotros no lo llevamos más por ahí’.

-No sé si esas fueron las palabras exactas de la abuela, pero fue algo muy parecido-. Mi marido y yo hicimos lo correspondiente, nos pusimos serios, pedimos perdón y prometimos hacer algo al respecto. Hablaríamos con él y lo castigaríamos si fuera necesario. Los abuelos se fueron, no sin antes decirme mi suegro por lo bajini ‘tampoco ha sido para tanto’, guiñarme el ojo e irse.

Empezamos con el interrogatorio de tercer grado al niño:

-¿Se puede saber por qué has hecho eso en misa? Ya hemos hablado largo y tendido, no te puedes desnudar si no es en casa.

-Que zi, que yo lo ze, pero ez que eza ropa ez fea y pica. -Mirada seria y reprochatoria por parte paternal-. Ez que m’aburría.

-Dani, eso no es excusa. Nos tienes que prometer que no lo volverás a hacer o los abuelos no querrán llevarte más.

-Vale, me da igual, no me guzta ir ahí los domingos, ez aburrido.

-Ya lo sabemos, pero son tus abuelos y te quieren mucho, por eso te llevan con ellos y esperan que te comportes como el chico grande que eres.

-Jezúz va en canzonzillos y nadie le dice nada.

Nos miramos, lo miramos y nos reímos. Nos reímos durante mucho tiempo. A carcajada limpia y el mini demonio ese también. Pero es que a ver cómo le explicas a un niño 3 de años que Jesús puede ir desnudo a la iglesia y tú no.

Al final nos prometió que esa era la última vez que haría algo del estilo, pero el disgusto la abuela ya se lo había llevado.

¿Alguna tenéis problemas de este estilo? Que se nieguen a ponerse ropa, quiero decir.

¡Mil gracias por leer esta pequeña anécdota!

 

Fdo: Mariana