Hola chicas. Hoy vengo a contaros el cacao maravillao’ que tenemos montado en casa. Mi marido y yo tenemos 3 hijos: Clara, Amelia e Iker de 9,7 y 5 años respectivamente. En casa nos gusta mucho celebrar la Navidad y que los niños lo vivan con ilusión: decorando la casa, escribiendo las cartas, preparando los regalos…Vamos, las cosas típicas de esta época. Como para mí fue un shock bastante importante en su día enterarme del secreto de los Reyes Magos, llevamos tiempo intentando mantener la calma cuando llega algún rumor del colegio o se nos escapa algún comentario porque, aunque por suerte hoy podríamos contárselo de una manera bonita y no tan decepcionante, todavía les vemos muy pequeños y nos encantaría que conservaran su ilusión un tiempo más (aunque sabemos que nunca serán lo suficiente mayores para nosotros). 

Bien, pues este año parece que nuestros planes empiezan a truncarse: Mi hija Clara se ha enterado del pastel. La verdad es que ya llevaba tiempo haciendo preguntas que nos sacaban los colores a su padre y a mí (sobre todo a mí, que me sale la risa nerviosa siempre que miento) pero pensábamos que habíamos podido convencerla. Ella siempre ha tenido un carácter muy curioso e inquieto y, pese a que hemos intentado ir con muchísimo cuidado, el otro día mientras pasaba la tarde con mi madre, vio todos los regalos que ya tenía guardados y envueltos en el armario de su habitación. Mi madre lo salvó como pudo, pobre mujer, y yo traté de tomarlo como una anécdota más que se le pasaría pero cuando estuve con ella en el coche siguió la conversación.  En cuanto vio todos los paquetes envueltos con papel de Navidad a fechas próximas de que lleguen las fiestas, notó los nervios de mi madre, sumado a lo que ya había oído en el colegio, la niña lo tuvo claro. Yo intenté contarle que los Reyes Magos habían adelantado el envío porque con el tema del COVID tenían miedo de no poder salir de Oriente (todavía me río de pensar la historia tan nefasta que se me ocurrió) pero como comprenderéis, Clara no estaba para cuentos y tuve que explicarle, de la forma más bonita que pude, la verdad. 

Intenté convencerla de que lo mejor iba a ser guardar el secreto para que sus hermanos no sufrieran pero mi hija no da tregua: O cumplimos lo que pide o se entera hasta el apuntador. 

No os penséis que pide cualquier cosa: La lista de regalos más larga que he visto en mi vida, un viaje a Disneyland y tener inmunidad en casa: Ni tareas, ni castigos, ni broncas. Esto último, como comprenderéis, es lo que más me preocupa porque con 3 niños en casa, raro es el día que no tienen algo por lo que discutir y si ella tiene “vía libre” no me quiero imaginar los zafarranchos que puedan montarse. 

Sé que la mayoría lo tendréis claro: Una niña de 9 años no puede dominarnos y poner las normas en casa. Lógicamente cuando Clara me dijo todo esto, mi primera reacción fue pensar eso e incluso enfadarme porque me estuviera chantajeando pero hay otra parte en esta historia que tampoco puedo olvidar: mis dos hijos pequeños. Imaginaros el panorama si a Clara se le ocurre decírselo, entre lo diferentes que son de por sí estas navidades, si encima tengo a los 3 críos “de morros” por haberse enterado de esto, y seguramente de muy peor forma que si se lo hubiéramos dicho nosotros, ¡es que no lo quiero ni pensar!

Así que nada, aquí nos tenéis a mi marido y a mí, viendo si pedimos ampliación de la hipoteca para poder pagar todos los regalos de Clarita o si directamente nos echamos la manta a la cabeza y asumimos el trauma asegurado de mis dos pequeños cuando su hermana decida soltar la bomba. 

Ponednos una velita de la suerte, que la vamos a necesitar.

Anónimo