Cuando me puse a buscar pisos de alquiler en Barcelona hace un año, una de las cosas que más me sorprendió es que muchos no contaban con calefacción. Y yo, que soy de un pueblo de interior, me llevaba las manos a la cabeza. Pero aquí, la gente de ciudad, me comentó que era lo más normal, que en Barcelona en Invierno no hacía tanto frío. Pues bien amiguis, si os dicen eso alguna vez, NO les creáis. Mienten como bellacos. Porque vale que en Barcelona no hará tanto frío como en Segovia, pero una puta ola de frío es una puta ola de frío y punto. Con el añadido de la gran amiga humedad que nos acompaña a los barceloneses. En definitiva, que he descubierto los dramas de vivir sin calefacción.

Y oye, que si no eres friolera quizás pases los meses de invierno sin pena ni gloria (Parece ser que esa gente existe). Pero si eres de las mías y te gusta estar calentita en casa, pronto descubrirás que el invierno sin calefacción es un auténtico drama.

  • Te conviertes en una extensión del calefactor. Yo no tengo perro, tengo un calefactor que me sigue a todas partes. La forma más rápida y eficiente de calentar una estancia en pocos minutos.
  • Vestirse cada mañana es un drama. Yo no me he quitado la ropa y ya tengo el frío en el cuerpo. Juro y perjuro que más de una vez he llegado a vestirme dentro de la cama.
  • Por no hablar de lo fresquita que está la ropa. Porque si el piso está frío, ya ni te cuento como está la ropa. Que te la pones y es como tirarte un cubo de agua fría por todo el cuerpo.

    Yo cada mañana cuando me visto
  • El follar se va a acabar. ¿Ya os he dicho el drama que supone desvestirse no? Pues súmale sentir como recorren tu cuerpo dos bloques de hielo que antes eran dos manos. Eso sí que es echarle ganas señoría.
  • El momento de ir al baño es un drama. Porque hay que desvestirse de cintura para abajo. Y porque poner mis posaderas en un trono de hielo hace que me quede casi sin respiración. Yo me llevo el calefactor hasta para hacer mis necesidades, no digo más.

    Tal cual
  • ¿Y salir de la cama a media noche? Eso sí que es para valientes. Yo estoy aprendiendo a tener control absoluto sobre mis necesidades. Vamos, que a partir de las 10 de la noche no entra ningún líquido en mi cuerpo.
  • Te montas unos spas en el baño que ríete tú de los balnearios. Porque calientas a tope ese pequeño habitáculo, y estás tan calentita que ya aprovechas y te pones mascarillas, cremita de la buena, te depilas, te pintas las uñas…Un auténtico salón de belleza vamos.
  • Se te pela todo el cuerpo. Porque no sé a vosotras, pero a mí con el frío se me pela la cara, la piel y hasta el cuero cabelludo. Vamos, que yo que nunca tengo caspa, en invierno es una desesperación. Al menos tengo un cutis terso, algo bueno tenía que llevarme.
  • Vives escondida entre capas y capas de ropa. Y es que pareces una puta cebolla. Creo que nunca he llevado tanta ropa encima como cuando me toca quedarme en casa. Menos mal que existen pijamas calentitos que son una auténtica monada.

    Descripción gráfica de chica cebolla
  • Adoras y veneras a los amigos que tienen calefacción. ¿Sabes cuándo en verano adoras a los amigos que tienen piscina? Pues bien, en invierno el amigo más deseado es el que cuenta con calefacción.
  • La vida fuera de casa te parece maravillosa. Especialmente una cafetería con sofás, calefacción y libros para leer. Si alguien está pensando en poner una cafetería con Netflix que sepa que aquí tiene una clienta fiel forever and ever. Por no hablar de las veces que invado la casa de mi madre.
  • Vives con miedo a la factura de la luz. Porque vale, no tengo calefacción, pero tampoco soy gilipollas. Yo me compro mis estufitas y mis cosas, pero claro, luego me llega la factura de la luz y se me va el frío de golpe del susto y me olvido de los dramas de vivir sin calefacción. Me intento decir, venga chica, tienes que aguantar un poco más, pero dos días después de vivir en el mundo de Frozen, se me pasa.

    Final de mes sin calefacción

En definitiva, que yo siempre he dicho que soy más de frío que de calor, pero estos inviernos hacen replantearme toda mi existencia. Mi querida Emma Primera, cómo entiendo tus razones para odiar el invierno en estos momentos. Luego en unos meses me cagaré en el calor bochornoso de Barcelona, pero ahora mismo, sólo puedo pensar en todos los dramas de vivir sin calefacción.