Si hay algo que me trajo el 2018, fue una mudanza inextremis a finales de año. Porque claro, mi casero decidió que como su hija se casaba (Qué manía tiene la gente con casarse), quería alquilarle el piso en el que vivía yo tan felizmente con mi novio. Y aprovechando que se nos acababa el contrato, nos dijo que hasta siempre y si te he visto no me acuerdo.

No voy a entrar en el drama que es buscar piso hoy en día en una ciudad como Barcelona, porque esto da para un libro, pero después de buscar y buscar, dimos con el que es nuestro actual piso. ¿Cuál era la pega? Que no tenía calefacción centralizada, si no bomba de calor en comedor y habitación. No me convencía demasiado, porque yo soy de las que le gusta estar calentita, pero teniendo en cuenta que el Invierno en Barcelona es bastante light y que el barrio no era muy frío, pues me lancé a la piscina.

Pero ay amigas, yo no había pensado en un pequeño pero importante detalle. Bomba de calor en habitación y comedor, perfect. No me apasiona pero no me convertiré en una caminante blanca. Pero...¿Y el baño? ¿Y el puto baño? Pues evidentemente, eso se convierte en el polo norte. Cuando te vas a duchar enciendes un poco antes el calefactor y solucionado. Pero ¿Qué haces a las 3 de la mañana cuando te entran ganas de mear? JODERTE de frío y rezar para que el pis no se convierta en una estalactita mientras sale de tu cuerpo.

Yo poniendo el culete en la taza del WC

Pues bien, en esas estaba cuando di con la solución perfecta en el mundo de Amazon (Adoro y siempre adoraré a Amazon). Se trata de una funda para el WC de una textura suave y muy cómoda. Viene con unas cintas para atarlo a la tapa del WC y la parte de atrás es de piel impermeable y antideslizante. Seguro que os suena de haberlo visto en casa de la abuela. Al final será verdad eso de que todo vuelve, porque este maravilloso cojín ha cambiado mi vida.

Sí, lo que hay al lado es el calefactor. ¿Os podéis imaginar lo que hacía antes de sentarme no?

¿Es bonito? No para exagerar. ¿Queda bien con el baño? Pues no, nada bien. ¿Lo dejaré cuando vengan invitados a casa? Pues tampoco. ¿Casi le da un parraque a mi novio cuando lo ve? No sabía si reír o llorar el pobre. ¿Pero es cómodo? Mucho. ¿Hace su función? Un SÍ rotundo. Así que este calienta culetes, como yo lo he bautizado, se queda en mi vida forever and ever. Porque valoro por encima de todas las cosas hacer mis necesidades sin sufrir un paro cardiaco cada vez que me siento en la taza del WC. 

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