Me gustaría contaros lo que me pasó hace unas semanas. La situación fue la siguiente:

Enferma, voz  de Manolo, nariz roja por tanto sonarme los mocos, estuve hablando con un tío sobre si el ser vegana influía en la salud, yo le dije que sí, para bien, pero que cogí frío -ya sabéis tiempo del norte- y que no era tan grave porque no me dolían los músculos ni nada, a lo que él respondió: Pero qué músculos vas a tener tú, refiriéndose a mis brazos-palo. Esto no hubiera tenido mayor importancia si no hubiera sido porque al comentario le acompañó una caricia en el antebrazo. Hacía años que nada me hacía sentir así. Hasta que llegó ÉL y me hizo revivir lo que era sentirse SUCIA.

Ni cabreada, ni horrorizada, ni siquiera entristecida por su acción, no. El sentimiento que predominó por encima de todos ellos fue el de asco. YO, no él, me sentí sucia.

En ese momento, querría haberle dicho algo borde, irónico, brillante, pero no lo hice. ¿Sabéis que hice? NADA ¿Sabéis por qué? Porque no reaccioné. Mi mente sufrió un cortocircuito y me quedé paralizada. Con mi cerebro lleno de mocos lo único que pude hacer fue mirarle a él, a mi brazo, apartarme e intentar seguir a lo mío.

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Horas después se lo comenté a un amigo. Me dijo que con lo que yo abrazo y lo cercana que soy,  cómo era posible que me molestara lo que hizo aquel tío. Pues muy sencillo, porque soy cercana con quien -valga la redundancia- tengo una relación cercana. Por muchos abrazos que yo dé, no se me ocurre dárselos a alguien a quien apenas conozco  porque no procede y menos si hay un mensaje oculto en ellos, ya me entendéis. Pero aún así lo de menos fue el gesto, fue el modo en el que lo hizo.

No es raro encontrarse con hombres– OJO, que no pienso que todos penséis igual-  que no entienden cómo ciertos gestos nos pueden parecen sucios a las mujeres y hacernos sentir tan mal. Si solo te ha tocado. No amigo, las connotaciones de ese gesto fueron más allá que la del simple contacto físico. No es tocar, es el acariciar sin permiso, es la mirada que acompañó al gesto, fue un cúmulo de factores que te dicen que ESO no está bien.

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No es la primera vez que me siento así  debido a comentarios poco afortunados, miradas lascivas, sonrisas viciosas o encuentros con tíos que son la viva imagen de Benni Hill. En todas esas situaciones, me he sentido siempre igual: SUCIA. En todas ellas he querido darles un bofetón, salir corriendo y alejarme de esa clase de personas que no entienden lo insultante que resultan sus actos. Y, lo peor , es que a día de hoy todavía hay tíos que no entienden la razón de nuestras reacciones.

Pero ¿sabéis lo que más me fastidia de todo eso? Que soy yo la que se siente mal, no el otro, YO, la que no ha hecho nada malo. Soy yo la que, casi un mes después, sigue dándole vueltas al asunto

¿No debería haber sido él quien tuviera que darse asco a sí mismo? Si tuviera una hermana ¿Acaso le gustaría que un tío se le acercara y le tocara de la misma manera que él me tocó a mí?

Si todo esto pasó hace varias semanas ¿Por qué lo escribo ahora? Cuando vivo situaciones que me afectan, me gusta que pase algún tiempo para intentar verlo con perspectiva. Con el tiempo he aprendido que es mejor esperar a que se enfríen los ánimos antes de decir nada. Pues bien, han pasado los días y ni los ánimos se han enfriado ni mis pensamientos han cambiado: el tío era un auténtico gilipollas, pero seguro que ya lo ha olvidado. Sin embargo,  yo sigo sintiéndome mal conmigo misma por no haber reaccionado, por no haberle dado un manotazo para apartarle su mano, por no soltarle uno de esos comentarios inteligentes y tajantes que solo se me ocurren dos horas después o simplemente , por no haberle gritado.

Soy yo la que me sentí sucia, la que sigo molesta conmigo misma porque sé que en otro ambiente le hubiera parado los pies, porque sé qué me puedo encontrar, sé cómo actuar, el tono que usar y lo que he decir. Pero me pilló con las defensas bajas, en un entono en el que no debería haber pasado eso -como si hubiera excusa- y el resto ya lo conocéis: yo me sentí insultada y él se fue sin más.

Así que ya sabéis, personajes turbios de la vida, antes de hacer nada, pensad si os gustaría que vuestra hija/madre/hermana/primasegundaporpartedepadre viviera esa situación.