Es la primera vez que les escribo, la verdad es que he tenido algún follodrama que otro, pero este se lleva la palma por reciente y por las circunstancias. Actualmente comparto piso con un  follamigo, le ofrecí mi casa cuando volvió de viaje ( para unas semanas o así en lo que encontraba piso)  y la cosa es que a lo tonto a lo tonto ya ha pasado 1  año y 2 meses  desde que esta aquí.
      Cuando nos conocimos, vale que yo siempre he sido gorda, pero estaba bien, en un peso bueno a mi parecer, iba al gimnasio y me mantenía en una buena talla. Desde que comenzamos a vivir juntos, él sigue pareciendo Hércules pero en moreno y yo he engordado bastante. Aún así, hemos seguido follando y hasta ahora no había pasado nada que me hiciera sospechar.
      Ahora les pongo en situación: Canarias, 33 grados , un calor infernal de estos que no corre ni un poco de aire. Comienza a calentarse el tema y el sillón se convierte en el campo de batalla. Yo que me pongo cachonda, se me nubla la vista y no atiendo  razones, pues me entró un ataque de responsabilidad ( o pereza) y pensé: vamos  a poner una manta debajo ( lo sé, 30 grados, pero era lo que estaba más cerca) para no manchar el sofá que luego me cuesta horrores limpiarlo.
      Total, que nos ponemos, arriba, a un lado, lo que hiciera falta, hasta que le pido parar porque la puta manta era un horno crematorio.  Sudar era poco, casi tengo mi propia piscina en casa. Se lo explico, se ríe, la aparto y seguimos al tema. Al sillón que le den, que me quiten lo bailao.  Cambiamos de postura y  me pongo a 4 patas… No sé si fue por las embestidas tan fuertes que me estaba dando que provocaban que mis carnes se movieran hacia donde les daba la gana, que no se le ocurre mejor cosa que taparme con la manta supongo que para no ver lo que tenía debajo, como mi enorme culo tenía vida propia y como me temblaban las carnes de la espalda. Y yo, que me quiero mucho pero aun me falta, me quedé en shock, dejé de moverme, de gemir y creo que de respirar. Me levanté, lo mire, me fui a duchar y no he vuelto a dejar que me toque un pelo.
      Sigue viviendo en mi casa (esto daría para otro drama drama, de película de sobremesa de Antena 3) ha aparecido sin camiseta, empalmado como si no hubiera un mañana, insinuándose y por mis santos cojones que antes pido un préstamo para pilas que volver a dejar que me toque. Y no, no le he dicho nunca el motivo por el que hemos dejado de follar, porque no me siento con fuerzas y la que se sintió mal fui yo, cuando debería ser al revés.
Anónimo

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