Podría contaros una bonita historia de chica conoce a chico en el circo, él le regala un algodón de azúcar y se enamoran, pero la verdad es que fue un match del Tinder. Era septiembre, y el tiempo comenzaba a empeorar, los amigos se volvían a sus casas y Ana Rosa regresaba al trabajo constatando que se había acabado el verano, pero no mis ganas de que me pusieran a 10 uñas mirando para Coruña.
El muchacho tenía fotos rollo aventurero/deportista. Una sin camiseta en el Gran Cañón, otra sin camiseta en una playa de Tailandia, otra sin camiseta escalando una montaña. Parecía que tenía dinero para viajar pero no para comprarse ropa, cosa que a mí no me molestaba en absoluto. Lo malo es que tenía el perfil en Inglés aunque su nombre era Kuba.
Yo pensé, será cubano pero claro como viaja tanto le compensa poner el perfil en Inglés, pero no, en realidad era polaco y su nombre real era Jakob, sólo que allí la gente les llama Kuba en diminutivo (para que luego le digan a Rosalía nada de apropiación cultural) y era trapecista en el Circo Roma que estaba de gira y hacía parada en mi ciudad. Y yo quería que hiciera acrobacias con mi cuerpo.
Kuba decía que hablaba un poco de español pero en realidad lo que hablaba era Italiano y se pensaba que era lo mismo, el resto lo hablábamos en Inglés, pero bien sabe dios que el lenguaje de cama es universal y yo soy una chica políglota.
Como él no conocía bien mi ciudad me dijo que me acercase a su caravana que estaba en el recinto del circo después de la última función y a mí me pareció un plan fantabuloso porque nunca había follado en una caravana. Lo que yo no recordaba es que el circo estaba a tomar por culo a la derecha donde Cristo perdió la chancla, en una zona sin iluminación muy parecida a Mordor.
Pero la estampa de la carpa del circo, con la ventanilla de entradas y todos los tenderetes a oscuras sin gente ya me pareció de un capítulo de American Horror Storry. Además Kuba me había dicho que tenía que apartar una valla que no se movía que daba acceso a la parte de atrás del circo donde tenían las caravanas. Todo esto a oscuras y siendo la escena perfecta para un crimen. Yo tendría que haberme ido en ese momento a mi casa y dejarme de aventuras pero me pudo más las ganas de que me rellenaran como a una empanada de zamburiñas que otra cosa y salté la valla como una foca marina cuando le enseñan un pez.
Yo ya iba caminando un poco acojonada y con la luz del móvil alumbrando pensando que podría aparecerme un fakir con sables o la mujer barbuda y partirme las piernas por allanar su territorio. Si el circo era así entendía perfectamente que Bárbara Rey se fundiera la fortuna en el bingo. Pero entonces salió Kuba a encontrarme con su móvil y con un chándal que no dejaba lugar a la imaginación de esa tranca circense que se balanceaba como las campanas de Notre Dame.
Reconozco que yo me esperaba una caravana a lo americano, súper detallista, con lucecitas, sofás de cuero y un porche para fumar y básicamente era una caja con ruedas donde había un camastro, una nevera, una mesa con dos sillas y un hornillo. Pero lo importante es que había alcohol, mucho alcohol. Y qué gracia me hacía ver a un polaco llamado Kuba en un circo italiano bebiendo Estrella Galicia. Esto era la globalización, amigas.
Así que tras mucha cerveza y un par de toqueteos cayó el pantalón del chándal y quedó a la vista el trampolín del trapecista. ¡Cómo se las gastan en el Este! Viva Varsovia, via Cracovia, Viva Chopin y viva el circo.
Nos pusimos a fornicar sobre un colchón de muelles que parecía que venía la tercera guerra mundial. Pero en ese momento sentí la bajada de la Estrella Galicia porque tenía la vejiga como la gaita de Hevia. De esto que estás tan tranquila y en cero coma te meas como un aspersor.  ¿El problema? Que en esa caravana no había baño, casi no había ventilación, como para pedir un retrete.
– Pero y entonces dónde meas, Kuba?
– Bagno e doccia all’esterno. Dietro la carovana
Podría haber meado de campo pero ¿y si aparecían unas siamesas o un payaso con un cuchillo? Me fui corriendo para no orinarme encima pensando que no sería tan difícil de encontrar así que no me llevé el móvil. Pero claro, en Mordor y sin iluminación a ver quien es la guapa que encuentra un baño de obra. Pero lo encontré y me alegré de no ser Concha Velasco con pérdidas leves. A la vuelta voy caminando en la penumbra y escucho ruidos de animales que podrían haber sido perros pero a mí me parecieron lobos. Y pensé «¿tendrán animales sueltos? porque sólo me faltaba salir a mear tan pichi y que me devore un puto león», así que caminé un poco más rápido y a los 3 segundos caí. Más bien resbalé. Resbalé sobre una superficie viscosa y blanda. ¿Era barro? Caí de lado pero me incorporé con las rodillas y las manos y sentí como se hundían en esa superficie. Y luego ya sólo necesité oler para darme cuenta que eso no era barro, era mierda, un puto estercolero de mierda.
Y grité, grité como no había gritado con ningún orgasmo del puto asco y me puse a llamar a Kuba a voces hasta que el pobre vino con un foco y vio como su conquista de esa noche era una bobalicona llena de mierda.
– Cosa stai faccendo?
– Iba sin luz y me he caído. ¿Esto es mierda?
– Sí, merda de animmale. Ma non preoccuparti, va tutto bene.
– ¡¡¡Cómo que no me preocupe!!! Cuba, estoy haciendo surf en el cagadero del circo y tú me dices que no me preocupe???? Dame agua Kuba, quiero agua y una toalla, water, give me water y paper ostiaputa!!!  ¿Dónde hay una ducha?
– La doccia è fuori.
– Cómo que fuera? No pretenderás que me duche con este frío
– Aspetta
Y Kuba se fue y volvió con una señora que chapurreaba el español y entre asco, pena y risa a partes iguales me dejó lavarme en la ducha de su caravana (que ella sí tenía) a la que le di las gracias más que a ninguna persona en mi vida. Cuando salí de la caravana estaba medio circo fumando y esperando ver a la mierdenta.
– Bueno… Pues gracias eh. Me tengo que ir.
Moraleja: No follar en sitios donde haya animales cerca
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