¿Yo? ¿Cotilla? Ni de coña. Si me la suda lo que le pase a la gente, si yo voy a mi bola, si me da igual todo, si… JA!

Atiende, porque aunque no lo creas, eres una cotilla en toda regla si cumples al menos 6 de las siguientes premisas.

1. Pones la oreja en las conversaciones ajenas… ¡y te enganchas!

Que no es que te interese, pero es superior a tus fuerzas no poner la oreja cuando los de al lado están hablando. Necesitas saber inmediatamente qué pasó con la reparación del coche al final, si se quemó la comida o a qué hora tiene el podólogo la señora que está a tu lado hablando apaciblemente por teléfono. Es de vida o muerte para ti y te jode hasta bajarte en tu parada; ya te has quedado con la intriga para todo el día.

¡Ojo! Las pantallas de los móviles también cuentan. No vale mirar de reojillo a ver cuántos corazones le pone el pivonaco de al lado a su interlocutora.

2. No soportas perder el hilo en una conversación.

Te pone muy nerviosa no saber de qué mierdas se está hablando en una conversación (los grupos de whatsapp también cuentan). Tú, la reina de las chismosas está perdida. No puede ser. Aspavientos, caras raras y algún que otro ‘¿Holi?, ¿Quién?, Pero, ¿cuándo?, No me entero‘ antes de entrar en cólera y gritarle a todo el mundo: ‘¿Alguien me puede explicar de qué coño estáis hablando?

3. Sabes decir al menos 3 nombres de programas de Telecinco.

Admítelo, eres capaz de saberte, al menos, la mitad de la parrilla de Telecinco (Sálvame todo el rato). Además, si te hablo de Jorge Javier Vázquez, Belén Estaban, La Patiño o Mercedes Milá, sabes perfectamente quienes son.

En este punto también se admite a todo aquel que niega poner el canal, pero si hace zapping (porque casualmente no hay nada más interesante en la tele), lo deja y se engancha. A ver quién es el osado que se va a dormir con la duda de si Rafa Mora ha participado en una orgía con Kiko Rivera. ¡Hombre, por favor!

¿En serio era necesario?

4. Estás al tanto perfectamente de todos líos de faldas de tu entorno.

Te sabes al dedillo con quién se lió el de contabilidad en la pasada fiesta; cuántos hijos tiene el rubito de ojos azules al que acaban de contratar (¡Oh dios, tiene hijos y no lleva anillo! Tengo que indagar) y de qué murió el hámster del de seguridad.

5. Automáticamente después de enterarte de algo se lo cuentas a tu mejor amiga.

¡Tú, tú, tuuuuu, muy fuerte! Fli-pa, resulta que el otro día… continúe la frase con cualquier sujeto, verbo y predicado al azar. Eres una auténtica cotilla si esta frase te parece de lo más normal y forma parte de las múltiples conversaciones que tienes con tus amigas a lo largo del día. Cuando te cuentan algo, tu cabeza comienza automáticamente a elaborar una lista de personas a las que tienes que informar. Rápido además, no vaya a ser que se lo cuente otra antes.

6. Has respondido más de una vez: sí, lo vi en Facebook.

El caralibro se convierte en tu mejor amigo. ¡Qué sería de ti sin él! Te informa de todo, todo y todo. Podrías estar horas en bucle enlazando un perfil con otro. Es como comer pipas, un auténtico vicio, empiezas con uno y no puedes parar.

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7. Te has acercado a la puerta con sigilo para ver qué pasaba en el rellano.

Admítelo, te has acercado alguna vez en tu vida a la mirilla solo para olisquear. Es lícito, no te avergüences, quien diga que no lo ha hecho, MIENTE.

Aquí he de decir, en defensa de todos los cotillas, que es que hay paredes que son de papel pinocho; que he visto cortinas de lluvia con más resistencia que los muros de mi casa. Y claro, se oye todo. Pero amiga, igual que tu oyes a los vecinos discutir sobre quién saca al perro; ellos te oyen a ti cantar a grito pelao los temazos en la ducha.

8. Has leído alguna vez mensajes ajenos de manera furtiva.

Lo más chungo de todo esto es que te has arrepentido la mitad de las veces. Una de dos: o no has encontrado lo que estabas buscando (tu novio solo le dice a su compañera de trabajo que deje las fotocopias en su mesa antes de irse, no le jura amor enterno ni tienen un piso franco en mitad de Moratalaz), o habrías preferido no descubirlo (¡Que el piso franco no es con su compañera de trabajo, que es con mi prima!  ¡LE MA-TO!)

9. Podrías quitarle el puesto a cualquier reportero de élite.

Cuando te presentan a alguien no tardas ni 10 minutos en hacerle la ficha completa. Consigues datos que varían desde la fecha de nacimiento hasta si está circuncidado; todo depende de lo inspirada que estés ese día y de lo mucho que te lo propongas.

10. Proteges tu intimidad por encima de todas las cosas.

Ahhhhmigo, cuando se trata de ti la cosa cambia. Sabes hasta qué punto pueden llegar tus ansias de información, por lo que tienes contraseñas dignas del mismísimo Da Vinci; no vaya a llegar uno más cotilla que tú y se entere de algo. Se cree el ladrón que todos son de su condición, que decía mi abuela.

Si te has sentido identificado con alguno de estos puntos, no llores, admítelo y asúmelo; pero eso sí, corre a contárselo a tu amiga.