Uno de mis súper poderes, además de que todas las abuelis me quieran mucho, es poner cara de estar interesadísima en lo que me estan contando pero estar pensando en unicornios y animalitos del bosque con chalequitos. Creo que es una capacidad que desarrollé en clase de Derecho Constitucional (aquello sí que era duro y no todo de lo que vamos a hablar a continuación)…

Existen momentos en la vida en los que te sientes completamente outsider frente a las conversaciones que se están manteniendo a tu alrededor. Pero aguantas el tirón, a veces porque quieres mucho a tus interlocutores, otras por simple educación. Y ahí estás tu, estóica, con el píloto automático puesto, haciendo la lista de la compra, sin que se te note nadita porque eres una SEÑORA con todas las letras…

Véamos algunos ejemplos:

1. Quedar con tus colegas para beber cerveza con la excusa de ver un partido de fútbol. No tienes muy claro si es un partido de Champions, de Liga o si ha empezado otra vez el Mundial y no te has enterado, porque no te interesa NADA. Entonces empiezan a hablar, acaloradamente, de fichajes, jugadas, Villaratos y cosas raras…y tu solo puedes pensar en que el nuevo peinado de ese jugador de moda, del que nunca te aprenderás el nombre, le queda como el culo.

200

2. Cuando te hablan de cosas muy técnicas de los trabajos ajenos y en tu cabeza solo hay un mono tocando los platillos. A ver, yo soy muy de letras y muchos de mis amichis son a tope de ciencias, las amo y quiero prestarles mucha atención porque es muy guay eso que cuentan, pero NO PUEDORL…así que ahá okey yeah y a pasar el chaparrón.

3. Querer interesarte por esa afición tan «rara» de tu amichi (se me ocurre la vexilología…guiño, guiño…), porque te parece una curiosidad maravillosa. Durante los 5 primeros minutos atiendes y te flipa de lo que te esta hablando, pero al rato tu cabeza está viajando por el espacio y descubriendo galaxias desconocidas.

2002

4. Todos tenemos una persona cercana muy interesada en política que aprovecha la más mínima ocasión para soltarte un pequeño mitin sobre cualquier tema de actualidad (ahora con el no gobierno esto se multiplica y se extralímita a los cuñados de turno que siempre tienen algo que decir sobre Grecia, Venezuela o vete tu a saber qué dato radom). Reconozco que este especímen en mi grupo soy yo, pero como me quieren me aguantan…

5. Quiero pensar que no estoy sola en esto. Ya bien entrada la treintena se multiplican los bebés a nuestro alrededor. Vale que soy un poco Herodes, pero las conversaciones infinitas sobre caquitas, moquitos, eructitos y discusiones sobre hasta qué momento es mejor darle el pecho a la criatura, me hacen tener verdaderos viajes astrales. Pero ahí es fácil escabullirte: unas cuantas monerías al bebé, que la propia madre te agradecerá, y dejar a las interesadas que hablen en bucle.

6. Para algunas personas esto es todavía peor cuando en lugar de bebés son perros. Amo a mis amiguis por dejarme hablar de Papette (mi perrita amada del alma) durante horas, sé que no me escuchan pero me hacen muy feliz.

what-not-to-say-to-mixed-race-4

7. Aunque estés muy al día de las series que molan hay cosas que no te molan por mucho que lo intentes para poder tener conversaciones locas con tus amichis. Recuerdo como un auténtico drama las disertaciones de horas y hooooras sobre Lost. Sí, odio Lost y no entendía nada de lo que me estaban hablando. ¿Humo negro? ¿Un oso polar en una playa? ¿Perdona?

8. Vas a comer a casa de tus padres y mientras te pones morada con el puré de patatas tu madre te empieza a contar las peripecias del hermano de la vecina. No sabes de quien narices te está hablando e intentas esquivar la conversación como puedes: «no sé de quién me hablas» / «sí mujer, el vecino de fulanita, lo conoces, estaba el otro día en el supermercado» / «ahmmmm»… Hasta que llega el momento que decides no robarle la ilusión y asentir todo el rato como si la historia fuera a tope contigo y NO.

9. Reconozco que cuando me vienen a contar la obra y milagros de la copa menstrual me abstraigo hasta tal punto que creo que cualquier día me pongo a levitar. Mente en blanco, cara de «ahá okey yeah» y a volar. No es mi intención, pero siempre pasa así…

listen-yelp-business-reviews-jack-black

10. Cuando tienes coleguis que han compartido infancia y adolescencia y son capaces de pasarse una tarde entera hablándote de gente (con nombres y apellidos) que desconoces y de historietas que ellos creen muy graciosas pero de tanto contarlas no lo son. No es raro que empieces a jugar al buscaminas en tu cabeza hasta que, aunque tu te estás esforzando porque no se te note, te pillan en bavia y cambian de conversación.

Lo de poner el piloto automático cuando nos hablan es mucho más común de lo que parece. Todos lo hacemos, sin dramas.

La imagen de portada es una ilustración de Carolina Jiménez.