Todos y cada uno de los seres humanos del planeta han vivido situaciones en las que el mundo se para y te dan ganas de salir haciendo la croqueta y gritando: vengaaaaa, hasta lueguiiii! Y quien diga que no, miente. Que levante la mano quien no haya vivido al menos la mitad de estas situaciones:

1. Cuando estás meando y te abren la puerta

No te quiero decir nada si estás cagando. En ese momento salen por tu boca todos los improperios del mundo mundial. No eres capaz de organizar las palabras con un orden lógico para decir: ‘perdona, está ocupado‘. Es imposible.

2. Cuando estás follando y se te sube la bola.

Que estar en forma es muy importante amichis, pero a todas nos ha pillado el toro y hemos echado algún que otro kiki sin estar tonificadas, y claro, luego pasa lo que pasa; que se te sube la bola y a ver cómo le explicas al coleguita que tus gritos y tus espasmos no son precisamente de placer.

3. Cuando te caga un pájaro.

No hay más que hablar, ya puedes estar teniendo una conversación mega interesante bajo los almendros en una apacible tarde de otoño, que si te caga un pájaro solo tienes dos opciones: huir encima de tu unicornio o echarte unas risas y cagarte tú en el pájaro. Recomendamos la segunda opción.

4. Cuando saludas a alguien que no se acuerda de ti.

‘Que sí, hombre, que soy fulanita, que nos conocimos no se dónde… ¿cómo no te vas a acordar?’ No, no se acuerda, no lo intentes más porque cuantas más explicaciones des, más dignidad pierdes. Huye y guiña el ojo al irte. Fin.

5. Cuando te quedas sopa en el bus/tren whatever y te despiertas con un cerquito de baba en tu camiseta.

Os ha pasado, no lo neguéis, y más de pedo volviendo a casa. En ese momento disimulas como puedes, inspeccionas el terreno y solo te queda el consuelo de que nadie se haya dado cuenta. Llevas una hora roncando como un gorrino y babeando, fijo que nadie se ha dado cuenta, qué va.

6. Cuando se te cae algo en el ‘entreteto’ e intentas rescatarlo.

Esto si no eres muy pechugona no te pasa, pero las que lo somos tenemos un máster en disimulo. No os imagináis la cantidad de cosas que se pueden colar ahí, algunas más fácil de rescatar que otra.

7. Cuando se te escapa un pedo haciendo algún esfuerzo.

¿Quién no se ha tirado un pedo al toser? ¿Al agacharse? ¿Al reírse? Pues eso amigas, que todo el mundo se pee; quiero creer que en la intimidad; pero cuando se te escapa en medio de una clase de yoga no tiene mucha gracia. Disimulas como buenamente puedes, toses más alto, te ríes o declamas el Cantar del Mio Cid, cualquier cosa que pueda camuflarlo. (El olor es más jodido disimularlo, pero estos pedos suelen ser más ruidosos que otra cosa.)

8. Cuando te tropiezas…

…y te levantas, porque nosotras nos levantamos raudas y veloces; eso sí, la dignidad se queda en el suelo.

9. Cuando cuentas un chiste y nadie se ríe.

Ahora se lleva más lo de enseñar vídeos absurdos, pero vamos que viene a ser lo mismo. Cuando nadie se ríe el mundo se para, tu risa va perdiendo fuelle y sueltas un: ‘ehhhh bueno, de qué estábamos hablando?‘ Dignidad 0 – Ridículo 1.

10. Cuando te quitan las medias y llevas unas bragas ‘sujetamedias’

Déjalo, no intentes dar explicaciones, sigue a lo que estabas porque no lo van a entender y vas a acabar liándola parda.

11. Cuando se te queda un ‘paluego‘ en los dientes.

¿Quién no ha comida cositas con orégano y al ir al baño se ha dado cuenta de que lleva sonriendo media hora con un matojo de hierba entre sus dientes? Eso puede solventarse con amigas como las mías que literalmente nos preguntamos: ¿tengo algo? ¿tengo mocos? (sí, también vale para mocos después de sonarse)

12. Cuando estás discutiendo y te sale un gallo.

Vengaaaaa, hasta lueguiiii, acabas de perder toda la razón que llevabas. Sorry amichi. Huye y dale la razón.

13. Cuando acabas de hacer caca y entra otra persona al baño.

Intentas decírselo como buenamente puedes sin ser obvia, una mezcla de sonidos ridículos y aspavientos que son imposibles de interpretar. Solo te queda el consuelo de que no se acuerde de tu cara mientras piensa: ‘Joder, ha cagado’

 

15. Cuando comes y tu pintalabios se esparce no sabemos muy bien por dónde.

Intenta comerte una hamburguesa con los labios recién pintaditos, verás que risa. Cuando termines no van a saber si eras el Jocker o acababas de salir de la Matanza de Texas. Eso sí, tú sonríes y comentas la jugada: ¡Joder, qué rica estaba!