Aquí lo básico es saber si en vuestra ciudad se podía beber en la calle o no. Porque en caso de que no, era una auténtica desgracia y deporte de riesgo. En cualquier caso, legal o ilegal todas hemos pasado por varias de estas entre nuestra adolescencia y los veintipocos.

  1. Comprar la priva se convirtió en la tarea principal de cada fin de semana. Si daba tiempo a ir al Eroski mejor que mejor porque el precio de la bebida en el chino de confianza no era apto para bolsillos de estudiantes. Así que al final acababas bebiendo Cumbres de Gredos con Cocacola, es decir, un excelente kalimotxo.
  2. Siempre pringabáis las mismas a la hora de comprar y siempre había movidas porque luego siempre recogíais la mierda las mismas o alguien no pagaba, alguien nunca hacía nada, alguien se quejaba todo el rato de que nadie bebiese Licor 43 con batido de chocolate.
  3. Los dramas cuando no te vendían alcohol por ser menor. Y la alegría que te da cuando te piden el carnet ahora en el súper.
  4. Los dramas con los hielos. No hielo, no party.
  5. Aunque durante una época te daba bastante igual y aprendiste a beber caliente igualmente. ¡¡Cómo ibas a abandonar tanta bebida!!
  6. Empezaste a mirar la ciudad con otros ojos. Cualquier rincón escondido, pero espacioso y a resguardo del viento y la lluvia, se convertía en posible sitio para beber.
  7. Aunque lo mejor era siempre ir a plazas con más gente: poder pedir hielos, vasos, fuego, fichar gente y si venía la policía era más fácil huir.
  8. Porque si te tocaba vivir en uno de esos sitios dónde el botellón es ilegal, aprendiste a correr con tacones, esconder rápido la bebida y poner cara de pena.
  9. Además, dividías a la gente por según dónde bebía. Y decidías ir a un sitio u otro, según el tipo de gente que fuese. O a dónde iban tus ligues, básicamente.
  10. La gente que se queja de lo que es tener frío, no sabe lo que es hacer botellón en diciembre en Pamplona ( o Burgos, Vitoria etc).
  11. Aprendimos a sentarnos sobre el suelo sin que se nos viesen las bragas y sin llenarnos el culo de mierdilla del suelo. En el norte este problema se solucionaba fácil porque siempre llevamos una chaquetica por si refresca, aunque haga 50 grados.
  12. Nos hicimos especialistas en todo tipo de garrafas, bidones y vasos de plástico. STOP VASOS DE TUBO.
  13. Aprendimos que siempre había que dejar una botella de refresco para llevarnos lo que sobraba y que un portero intentase registrarnos el bolso, ¡aquí no hay nada señor portero! Y si no, pues te lo bebías corriendo antes de entrar, aquí no se tira nada.
  14. Las mezclas no siempre salían bien, pero daba igual. ¿3/4 de ginebra y dos deditos de Kas?Imbebible para cualquier persona con más de 20 años, delicia para nosotras entonces. Y sin hielos.
  15. A veces no salían bien porque habías decidido experimentar, ¿kalimotxo con licor de mora y media taza de azúcar? Por qué no, suena sanísimo.
  16. Siempre había alguien que se empeñaba y empeñaba en jugar a juegos de beber. A ver, quiero beber, no jugar. Además ¿el juego consiste en obligarme a beber? ¡Pero si es lo que quiero hacer!
  17. En general, sabías que muchos días, la mejor parte de la noche era el rato de botellón y había días que estabas tan a gusto, que ni ibais a ningún sitio después.cumbredegredosalguien le ha dedicado una canción 

 

Ahora tengo que deciros un par de cosas de abuela cebolleta para evitar ser insultada por gente más abuela que yo, pero que oye, tienen razón, las cosas como son: cuidado con el alcohol, no os paséis, beber con moderación trae cosas más divertidas que cuando se te va de las manos y sobre todo, ¡¡¡limpiad, por favor!!!