El primer artículo que escribí para Weloversize (ojito, 2014) iba sobre las ventajas y desventajas de ser alta. Mido 1’80 (bueno, 1.79…) en un país donde la media nacional está bastante por debajo aún, así que me enfrento diariamente a una serie de complicaciones y comentarios que he decidido que ya era hora de compartir con todos vosotros.

1. Abrazos

Son raros. Siempre te vas a tener que agachar para abrazar a la gente y no sabes si girarte y mirar la espalda, si abrazar de frente en cuyo caso estás metiendo directamente la cabeza de la persona entre tus tetas…

2. Fotografías

Cuando te vas a sacar una foto con una o más personas que son más bajitas que tú te has de agachar por fuerza para que no parezca que estás amamantando al grupo. El resultado suele ser la gente normal y tu con una chepa extraña y las piernas cruzadas en una posición rara (eso, si no parece que te estés dislocando la cadera).

3. Siempre al fondo.

Sea en la foto del grupo o en clase, en los conciertos, donde toque, siempre te van a mandar al fondo (o a hacer de futbolista acuclillada en primera fila, el horror).

4. Espejos

Para verte entera tienes que irte LEJOS y la pared a veces no te da para más. O cortas pie, o cortas cabeza, o, de nuevo, chepa, pero no hay manera de enfrentarse a un espejo sin contorsionarse.

5. Si ves a alguien más alto te enfadas

Es algo inexplicable, lo sé. Existe gente más alta que tú en el mundo, normal. No pasa nada. Pero como estás acostumbrada a vivir con la exclusiva de ser la más alta de tu grupo, cuando te presentan a otra persona más alta o te la cruzas por la calle piensas “¡Mierda! ¡¿Cómo es posible?!”

6. Te explotan

Yo no sé cómo hace mi madre el resto del año para llegarle a los tuppers y tarteras de la parte superior de la cocina. Entiendo que no los usa, porque cuando estoy en casa es lo primero que hace. “Tú que eres alta, cógeme eso…”. Si nos dieran un daiquiri cada vez que oímos eso…

7. La toallas de los hoteles

O tapan una cosa o tapan la otra. Lo que está claro es que si hay un incendio cuando sales de la ducha vas a tener al resto de huéspedes viéndote la parrochiña porque tapar, tapan poco.

8. La ropa se queda corta

 

Principalmente vestidos y pantalones de largo. “Bonita camiseta… ah, no, que es un vestido”. Cuando empieza a hacer calor y sigues llevando esos vaqueros y has de depilarte solo la zona de los tobillos porque todos los pantalones te quedan cortos y no quieres parecer Frodo de la Comarca.

9. Los aviones (y demás transportes)

Bueno, ¿sabéis qué? Tal y como están los aviones hoy en día este es un mal de muchos, ya no solo exclusivo de los altos. En general, los transportes no están pensados para la gente alta. Desde tu propio coche, donde tienes las rodillas apretadas, hasta que la gente te mire mal desde el asiento delantero porque cree que les estás clavando las rodillas a propósito. Claroquesiguapi, el objetivo de mi vida, no te fastidia…

10. Los tacones

 

Me encantan los tacones, cuanto más altos, mejor. Y esto no es incompatible con medir (casi) metro ochenta. Me vuelven loca y, por lo tanto, vivo acostumbrada a que la gente me mire cuando los llevo por la calle. Es entrar en el vagón de metro y veo las miradas primero posadas en mí de manera general y luego atiendo a cómo se pasan a los pies, como para comprobar si yo soy así de alta de manera natural o llevo zancos.

11. «No vas a encontrar un novio así».

Que os jodan. «Es que si te pones tacones los asustas». ¿Perdona? No entro porque me calienta tanta tontería.

12. Ducha cabeza, bañera pies.

 

Parece un poema, no lo es. En una ducha siempre vas a tener que subir la cebolleta para no darte con la cabeza, en una bañera siempre vas a tener que sacar los pies por fuera para poder estirarte.

13. No predices el tiempo

No, por “aquí arriba” no llueve todavía, no hace un microclima diferente. Bueno, sí, “aquí arriba” localizamos enseguida a la gente estúpida que hace chistes sobre nuestra altura.

14. No juegas a basket

Increíble, ¿verdad? Cuando saqué mi primer libro (autobombo) protagonizado por un jugador de baloncesto, todo el mundo hacía con la cabeza “Ahhh… claro… como eres tan alta” y yo “¿y qué? ¿qué tiene que ver?”. Ser alto no te da automáticamente el carnet del equipo de basket de tu barrio.

15. No he crecido

Desde la última vez que nos vimos sigo igual. Tengo 33 años, hace tiempo que dejé de crecer. A lo mejor tienes la percepción distorsionada.

16. Caminas más rápido y no te das cuenta

A lo mejor es por la zancada que es más grande o que estás acostumbrada a ir a tu bola, pero cuando vas por la calle con alguien más bajito te das cuenta enseguida porque te para rápido: “No estamos en las olimpiadas”.

17. Fregar platos es un engorro

Siempre lo es, seas alto o no, pero te tira de la espalda un montón porque los fregaderos suelen estar AHÍ abajo y si tienes mucha vajilla, acabas con un tirón en el lomo como si hubieses salido a correr 30 kilómetros.

(Imagen destacada Diethylstilbestro)