Adoro la playa, el mar, su olor, la sal, la arena, la brisa, el color azul del agua.. de hecho lo necesito, no podría vivir en un lugar donde no hubiera un mar cerca. Soy de las personas que empiezan a ir a la playa en marzo y acaban en octubre, porque cojo un constipado de narices y el cuerpo me dice: «Basta ya, pesada, playadicta de las narices, déjame descansar que es puñetero otoño. Dame tregua 6 meses». Y entonces dejo de ir con depresión y llanto incluido. Yo tendría que haber nacido en el Caribe pero la naturaleza que no se entera se equivocó claramente.

Así es que después de esta explicación que deja tan claro que adoro la playa, he de decir que odio a todos los playistas. O a casi todos, va.

Porque hay un montón de personas que van a la playa, que no van a disfrutar del sol y el mar, no . Ellos lo que van es a molestar. Y cuanto más molesten pues mejor se lo pasan ellos, o eso hacen ver. Así es que voy a enumerarlos por si no queda claro quiénes son.

. Los que van corriendo a bañarse y te llenan de arena. A estos sus madres nunca les dijeron de pequeños eso de: “Si corres hacia el agua y salpicas a alguien de arena nos vamos a casa”, amenaza que cumplían firmemente a la que a ti se te ocurría no andar como chiquito de la calzada. Y claro pues ellos van hacia el mar a lo suyo y si te rebozan pues báñate, que estás en la playa.

 

. Los niños que gritan. Ellos tienen un súper poder, y  es el de gritar durante horas sin quedarse afónicos nunca. O sea que el niño llega a la playa y puede hacerse mayor de edad allí pegando berridos sin que le falle la voz, es algo paranormal. Si lo hago yo, en 15 minutos no hablo en un mes. Pero claro la culpa es de sus padres que generalmente chillan más que ellos, o les ignoran claramente. La frase que más gritan los niños en la playa es: “Mamá mira”. Porque la mamá mira el móvil o está de cháchara con sus amigas y el papá pues no sé,  pero no le llaman. Solo gritan unas 50 veces por minuto “Mamá, mira”.  Que tú solo tienes ganas de irte hacia la madre y bocearle en la oreja: “Quieres mirar al niño de una puñetera vez y que se calle ya”.

. Los padres de los que gritan que generalmente gritan aún más que ellos y no hay manera de echarse una siesta a su lado porque ellos no callan jamás. Tienen el record guinness de conversación absurda que ni dice nada interesante ni le importa un carajo a nadie pero como no se callan nunca pues tú te tienes que tragar todas las tonterías que sueltan por la boca y sin rechistar.

. Los que ponen música para ambientar el día. Estos  van generalmente en grupo, llegan y te encienden la radio a toda leche, el móvil o  lo que surja. La cuestión es que las 1000 personas que hay allí oigan la misma música que ellos, y si no les gusta pues que se fastidien, la playa es de todos, y de ellos más.

. Los que no respetan la distancia de seguridad ni tu espacio personal. Porque aunque haya dos kilómetros de playa vacía ellos se sienten solos y se tiene que poner a tu lado para sentirse seguros. O porque están mal de la cabeza, no hay explicación alguna a esa invasión de tu intimidad.

. Los que comen y no recogen su basura, creo que no hace falta explicar por qué me molesta que sean así de guarros y desconsiderados con el medio ambiente, porque la basura no se desintegra porque la entierres en la arena, cazurro.

. Los que fuman tabaco o porros, que aunque en mucha playas ya hay un cartel que lo prohíbe ellos consideran que estando al aire libre no molestan a nadie, y si molesta el olor o el humo pues es que eres muy intransigente querida. Que ellos tienen un vicio y no pueden estar sin meterse un cigarro en la boca más de media hora. Y ese olor que apesta pues no molesta tanto, es que como eres de pesada.

. Los que juegan a palas, o a cualquier otro jueguecito que incluye una pelota y que sabes que antes de dos minutos va a acabar en tu cabeza porque ellos no son profesionales de nada, ellos están allí para joder y punto. Y se ponen siempre en la orilla del mar, para que su pelotita les caiga a todos los que han madrugado para estar en primera línea. Así el refrán de «A quien madruga Dios le ayuda» se desmonta claramente. Porque ellos se podrían ir a jugar a la pelotita a unos 5 km del mar (o sea a su puñetera casa) pero porque lo van a hacer con lo bien que están allí creyéndose Rafa Nadal.

 

. Los especímenes raros. Esas personas que van a la playa y ponen su toalla en silencio, que cuando se van a bañar andan despacio para no tirar arena a nadie, que si quieren escuchar música se ponen unos auriculares y no hablan alto porque van a relajarse y a escuchar las olas del mar. Porque el sonido del mar es uno de los más maravillosos que hay, aunque claro todos los anteriores no lo saben porque ellos a lo que van es a molestar a este grupo que está claramente en minoría y en peligro de extinción.

Seamos realistas: la educación no se lleva. Y si todos pensáramos cuando estamos en la playa o en cualquier lado si lo que vamos a hacer va a molestar a alguien y si la respuesta fuera: “Sí” no lo hiciéramos, este artículo no tendría sentido alguno.

Así es que como espécimen raruno que soy,  pido desde aquí playas del silencio, donde las personas que vayan solo quieran disfrutar del mar y no molestar a nadie, aunque sean de pago, aunque sean una de cada 50, aunque sean las que están más lejos. Porque los raros también tenemos derechos, no solamente todos los demás.