Poneos en situación, estáis navegando por Facebook y veis un anuncio de una clínica estética en contra de las lorzas que se permiten el lujo de pasearse en verano. No voy a dar nombres porque lo último que quiero es darle publicidad, pero se trata de una producción cutre (yo diría que en la piscina del chalet del dueño de la clínica) con una voz en off que nos incita a los gordos a acudir a sus instalaciones para poder lucir estupendos este verano. A la voz se le suman imágenes de gente con sobrepeso mirando con envidia al cachas y a la chica con cuerpo normativo. Vamos, que viene a decirnos que si queremos pisar la piscina, qué menos que ponernos en sus manos.

Venga, va, pincha aquí para ver el anuncio. Porque es que tenéis que ver esta basurilla vosotras mismas.

Y no, lo siento. Pero vengo a repetirme y a reafirmarme. Vamos por puntos:

  1. Las gordas, las viejas, las que tienen estrías, las que tienen flacidez… todas podemos disfrutar de la playa. Me da igual cuál sea nuestra «tara», el verano es de todos y todos tenemos derecho a meternos en el agua.
  2. Las «no normativas» no vamos mirando con ojos de envidia a las que tienen cuerpos esculturales cuando vamos a la piscina como sugiere el anuncio. Os sorprendería saber cuántas veces he oído a gente en la piscina hablar bajito diciendo que cómo les gustaría atreverse a ir en bikini como yo. ¡Porque también tenemos nuestro público y seguro que alguien envidia algo de nuestro cuerpo o personalidad sea cual sea su talla!
  3. No existen unas medidas estándar para ponerse un bañador o un bikini, lo único que hay que hacer es ponerse un bañador o un bikini. Y por supuesto, olvidar la tontería esa de que si estás gorda o tienes la tripa fofa tras el embarazo, lo tuyo son los bañadores. Yo, por ejemplo, no me veo nada bien con ellos así que paso de seguir las normas.
  4. El deseo de cuidarse ha de estar presente todo el año. No vale ponerse hasta arriba de hamburguesas en invierno y pasar penurias en la «operación verano». Tan malo es lo uno como lo otro. La alimentación sana ha de tener cabida siempre. O siempre que te apetezca.
  5. Si cambiáis, que sea porque queréis cambiar; no porque nadie opine cómo deberíais ir o cómo no a la piscina.
  6. Que ninguna mirada, ningún comentario o ninguna creencia le reste un minuto de disfrute a vuestra vida. Todos nos vamos a morir y es una pena que nuestro contador haya perdido tiempo por pensar en el qué dirán.

Y por si acaso esto no es suficiente para convenceros de que hagáis oídos sordos a las críticas, os dejo con mi anterior post sobre el tema, donde os invitaba a decirle «adiós» a la «operación bikini» y «hola» a la «operación vida».