Será algo psicosomático, pero si no me ducho todos los días (por lo menos cuando salgo a la calle) siento que huelo mal, empieza a picarme todo y me vuelvo medio loqui. Soy de las que considera que eso de la higiene personal se debería considerar casi como una obligación cívica, o por lo menos como una muestra de respeto a la gente que nos rodea. Me da igual que los dermatólogos nos vengan con el cuento de que ducharse todos los días es malo para nuestra piel, oler bien me parece algo básico para una buena convivencia y a mí lo de lavarse por parroquias no me sirve. Algo bueno tenía que tener el desarrollo del sistema capitalista en el mundo occidental y es precisamente eso: la ducha diaria.

 

Soy la primera que, básicamente por pereza, no toca el agua los días de guardar y me gusta mucho bromear con que es bueno para regular el ph de la piel, la flora vaginal y todas esas marranadas. Pero me veo incapaz de seguir los consejos de los especialistas que dicen que lo ideal sería lavarnos a fondo cada dos o tres días, con poco jabón y con el agua templadita, y el resto del tiempo usar el bidé (ese gran desconocido que solo utilizo para quitarme las arenas de la playa en verano).

Me parece chachi cambiar de hábitos para hacer del mundo un lugar mejor y más ecológico, pero lo siento: con la higiene no se juega. No estoy hablando de montarnos un baño turco cada vez que nos duchamos, ni de gastar medio bote de gel o de champú porque eso sería muy irresponsable. Hablo de una ducha rápida al día que nos limpie, espabile y purifique cada mañana. Además, no sé a vosotras, pero a mí las grandes ideas se me ocurren en la ducha (hasta he pensado en poner una pizarrita mágica porque tengo memoria de pez y cuando me estoy secando el pelo ya se me olvidó todo), otro motivo más para negarme a abandonar la confortabilidad y el buen olor de mi ducha diaria.

psycho

Pero bueno, aunque yo no les vaya a hacer caso, son consejos de gente que sabe y que tendrán su base científica y esas cosis. Por lo que no paso es por esta nueva moda de llevar el pelito sucio de la que hablaban el otro día en un artículo de SModa. Me da igual que sea lo más en las pasarelas y que las it girls se estén subiendo al carro: el pelo limpio es algo que me obsesiona desde que soy pequeña (es probable que el hecho de tener el pelo bastante graso tenga algo que ver). Eso sí, ahora voy a ser la más in cuando salga de la discoteque de turno a las 6 de la mañana con todo el flequillo sobado o cuando baje a la calle a comprar el pan con mi look dominguero de loca de los gatos (lo que antes era un drama del primer mundo en toda regla, ahora se va a convertir en un must: paradojas de la vida moderna). Lo que me deja más perpleja es que no se trata de tener el pelo sucio, sino de parecer que no te lo has lavado echándote productos para conseguir el ansiado look de pelo sudado que técnicamente se llama «cabello empolvado o árido» ¿estamos locos?