Este verano en mi casa estamos muy a tope con «Lazos de Sangre», un programa muy del corazón amable que cada jueves nos cuenta la historia (bastante edulcoradita) de una saga familiar del mundo del espectáculo de nuestro país. Mola mucho porque, por regla general, estas estirpes giran alrededor de una señora que, con todas sus contradicciones, mantiene a flote a toda la familia tanto emocional como económicamente. Mujeres que rompieron con la mayoría de estereotipos sexistas de la época que les tocó vivir… #HistoriaDeEspaña y ya está.

La semana pasada, después de pasar por los Flores, los Rivera-Ordoñez, los Pantoja y otras sagas que a mi me interesan un poquito menos, le llegó el turno a ella, a Rocío Jurado, LA MÁS GRANDE. Y yo di palmas con las orejas durante todo el reportaje porque fue un ser maravilloso. Según avanzaba el programa y me daba cuenta de cómo gestionó su libertad pese a todos las piedras que se encontró en el camino, me planteaba que fue, sin lugar a dudas, la primera loversizer de la historia y os voy a contar por qué…

Ella quería ser artista a toda costa pero en su familia se oponían tajantemente. Así que a los 14 años se declaró en huelga de hambre (de mentirijilla porque según ella misma ha contado se dedicaba a comer a escondidas) hasta que consiguió que su padre claudicara. Persiguió su sueño y lo petó fuertesito.

Se pasaba por el forro todos los convencionalismos estilísticos que tenían que cumplir las mujeres en aquellos momentos (ojo, que estamos hablando de una época en la que la democracia brillaba por su ausensi y tal). Sus outfits eran lo más y llevaba los escotes y las transparencias como la GRAN DIVA que era. Llegaron incluso a censurar alguno de sus looks, tapándole el pecho con flores no fuera a ser que se viera más de lo estrictamente necesario.

«Sois destructores» es una de las mejores sentencias de la vida, no hay más.

Ella y Martirio revolucionaron el mundo de la copla. En sus actuaciones no se olía ni un poquito de la ranciedad propia de la música española hasta el momento: ni bata de cola, ni mantillas, ni nada parecido… llenaba los escenarios y se hubiera comido con patatas a la mismísima Beyoncé.

El pelazo que llevaba siempre debería ser considerado patrimonio material de la humanidad.

Le hacía frente a las preguntas fuera de lugar con mucho gracejo:

¿Me puede decir su talla de sujetador?

¿Por qué te lo voy a decir? Vamos. El único sujetador que me importa es el mental… que es el que tu te tendrías que poner para no hacerme esas preguntas.

¡OLE SU COÑO!

La mayoría de sus compañeros de profesión la adoraban. Y los periodistas también, por algo sería…

Las letras de sus canciones son increíbles, muy sugerentes y empoderantes. En ellas tocaba temas que no eran propios de las mujeres porque, si a día de hoy hay cosas que siguen estando mal vistas en bocas femeninas, imaginaos lo que tuvo que ser que la Jurado cantara aquello de: hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo o tengo el cuerpo empapado, soy de tierra caliente

En varias entrevistas declaró ser feminista cuando no se hablaba de estos temas tanto como ahora. Más de una debería tomar ejemplo…

También declaró ser pro-gay y estoy segura de que de haber vivido más años hubiera seguido defendiendo a capa y espada a la comunidad lgtbi+.

Por estos motivos y muchos más Rocío Jurado se ha convertido en una de las señoras más molonas del país y debería ser considerada como un referente para casi todo.

La Jurado SIEMPRE.