Lo pongo en el título y que quede claro desde el principio. Según lo que cuenta Beyoncé en su álbum «Lemonade«, su marido, Jay Z, le ha puesto los cuernos. «Marido» significa que Bee y Jay están casados y por tanto, asumimos que los dos se habían comprometido a cuidarse cuando están enfermos, a aguantarse y a guardarse fidelidad y esas cosas. Estamos en el año 2016, pero en casos de cornamenta, seguimos aún en el siglo pasado (o más allá). Por si aún no os habéis enterado (lo que quiere decir que vivís en una cueva o habéis estado muy desconectadas), en la canción «Sorry«, la Queen Bee menciona a una tal «Becky with the good hair«. ¿Consecuencia instantánea? Caza de brujas.
La legión de fans llamada «Beyhive» (juego de palabras entre Beyoncé y colmena), en pocas horas tenía a una lista de posibles candidatas a harpía del año. Cuanto tiempo libre tiene la gente, madre mía. El escándalo rozó a Taylor Swift y a Rita Ora pero finalmente fue la diseñadora Rachel Roy la que se comió el pastel (o más bien se lo estamparon en la cara) por un comentario en una foto en su Instagram que mencionaba el «good hair«) y su relación con Jay Z (es la ex mujer de un ex socio del productor, Damon Dash). Resultado: a Rachel Roy le dicen de todo menos bonita, tiene que cerrar su cuenta de Instagram durante días y su hija de 16 años es amenazada y acosada.
Obviamente, por alusiones, Rachel ha tenido que salir al paso negar que ella sea «la otra» (eso mejor se lo dejamos a Angelina que lo hace muy bien) y explicar que ella respeta el amor, los matrimonios y las familias. Que oye, Rachel, está fenomenal respetar los matrimonios, pero el que realmente tiene que respetar el compromiso es la persona que tiene uno, en este caso, que parece que no ha quedado claro, el señor JAY Z. Ella dando explicaciones y ahí tenemos tan felices a Jay Z, David Beckham y Bill Clinton (ahí la única traumatizada su hija que de vaya cosas tuvo que enterarse), para poner ejemplos de matrimonios que han sobrevivido a los cuernos públicos.
Como tampoco nunca Brad Pitt o Billy Bob fueron los malos de la película. Y tantos equivalentes anónimos tendrán por el mundo. Cuando un hombre pone los cuernos a su mujer con otra, la cosa siempre termina en un mujer contra mujer (y no de los buenos como en la canción de Mecano). Porque ya se sabe, las mujeres somos nuestras peores enemigas y más machistas que ellos (nótese la ironía, por favor). Y al final, los menos salpicados parecen el propio matrimonio (que además se están embolsando un dineral).
Sí, es verdad que en la canciones, la cantante acusa a Jay Z de mentiroso y subiendo pero… al final llega el perdón. La mayoría creemos que no perdonaríamos una infidelidad pero no voy a juzgar cómo es la situación cuando además de querer a alguien, tu matrimonio es una empresa multimillonaria y tienes hijos. Lo que me baila por la cabeza es, ¿este disco es una confesión o una estrategia comercial? ¿Está hablando de una relación real, de la suya, de la de sus padres? Porque una cosa es dar una entrevista a lo Lady Di y desahogarse, pero ¿a quién le apetece cantar sobre una infidelidad horas y horas durante una gira entera? ¿Mosca detrás de la oreja alguien más?
Y hay más. Para ser Beyoncé la abanderada moderna del feminismo, el resultado de todo esto no lo ha sido demasiado. Sí, Beyoncé le ha hecho subir los colores a su marido (bien por ella) pero finalmente el linchamiento público ha recaído en otra mujer (¿era esa su intención?). En la canción «Reformation«, el señor Jay Z es, como siempre excusado, porque, pobrecito, lo que ha hecho es porque tiene miedo al amor y porque no considera que se merezca que le quieran:
Why do you consider yourself undeserving? Why are you afraid of love? You think it’s not possible for someone like you.
Y además, en «Redemption» es él el que tiene que «arreglar» a Beyoncé y hacerla una mujer completa otra vez:
You’re the magician. Pull me back together again, the way you cut me in half. Make the woman in doubt disappear.
Y lo peor de todo: la gran calidad músical, la celebración de la mujer negra y las apariciones de todas esas poderosas mujeres, famosas por sus logros, han quedado olvidadas ahí detrás de todo el drama y el culebrón.
Así que venga, ¡opiniones! ¿Es todo una estrategia? ¿Se puede perdonar una infidelidad? ¿Qué pensáis de «la otra» en todo esto? ¿Qué os parece la limonada de Beyoncé?
