Para un aunténtico seriéfilo, este post le parecerá de lo más evidente, pero lo creáis o no, hay por ahí mucho fantasma que va de serieadicto y lo más elaborado que ha visto son Los Serrano (ojo, que la historia de Marcos y Eva me enganchó muchísimo, pero no da para debate gin tonic en mano la verdad).
En fin que si eres de los que disfruta analizando cada capítulo, desde la fotografía hasta el significado oculto del movimiento de ceja del protagonista, este no es tu post, bueno sí, porque te encantará rememorar estas cuatro maravillas, aunque te las sepas al dedillo…
Los Soprano:
Soy una APASIONADA de las pelis y series de mafiosos, me encantan. He visto tantas que veo un coche abandonado en medio de la carretera y salgo corriendo como si no hubiera mañana (para los que no me pillan, ese coche tiene una bomba a puntito de explotar para matar al hermano descarriado del capo de la mafia ¡fijo!).
En fin que me voy por las ramas y no hablo de esta maravilla, Los Soprano, una serie con un mafioso diferente del que el cine nos tiene acostumbrados (es de New Jersey, lleva chándal y va a terapia…)
Una serie lenta, que puede llegar a ser complicada pero que no te dejará indiferente.
Breaking Bad:
Cuando un profesor de instituto de lo más soso y normal del mundo se entera de que tiene cáncer no se le ocurre otra genialidad que fabricar meta y no una cualquiera, meta azul.
El muchacho por supuesto se monta en el dólar no sin antes sufrir una serie de calamidades interminables. Pero se hace grande, muy grande, como esta serie que critica de una forma brutal y disfrazado de acción el sistema sanitario y el sueño americano. Te dejará pegado al sofá y con ganas de maratón sofá, manta y peli.
A dos metros bajo tierra:
Hay series que son como una buena novela, van calando poco a poco, al principio se te hacen pesadas pero antes de que te des cuenta no puedes vivir sin sus personajes, están tan bien elaborados y descritos que llegan a formar parte de ti y los echas de menos cuando termina. Pues eso es para mí A dos metros bajo tierra, una serie que se me hizo cuesta arriba al principio, triste (trata sobre la vida de la familia Fisher, dueña de una funeraria), pero con uno de los finales más perfectos y redondos que he visto nunca. Imprescindible de principio a fin.
Mad Men:
Años 50,una agencia de publicidad en pleno Manhattan, hombres con trajes a medida y sombrero, secretarias y mucho alcohol. Un argumento cuidado al mínimo detalle pero sin sobresaltos. Pocas series consiguen ponerme los pelos de punta sin a penas mediar palabra palabra y es que en Mad Men pueden pasar capítulos sin que aparentemente ocurra nada y de repente un gesto, una imagen hacen que te levantes del sofá para aplaudir.
Algunos dirán que me falta The Wire (y seguro que alguna más) pero es que es mi asignatura pendientísima y bueno, así la tengo en la recámara para cuando la burbuja de las series explote y no tenga material en condiciones que descubrir ¡mal no me vendrá!
