Ya está. Ya he visto Las 4 estaciones de las Chicas Gilmore y estoy agotada de reír, llorar y todo al mismo tiempo. He necesitado descansar un poco antes de escribir este artículo, porque os prometo que tanto sollozo me ha dejado baldada (sí, soy una churumicas). Vale que no soy imparcial, que probablemente las Gilmore sea la serie de mi vida (eso ya lo sabéis porque os lo conté en este artículo), pero es que lo han vuelto a hacer sin cambiar ni un ápice de su encanto. Y es que a veces la magia radica en que todo siga igual (o parecido). Nos han enseñado a pensar en que lo guay es lo efectista, lo bien cargado de acción y fuegos artificiales. Nos han enseñado a olvidar lo que mola la cotidianidad, que frecuentemente es tachada de moñas y aburrida.

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Todas las fans, las que hemos crecido pensando que Stars Hollow era el puto pueblo donde nuestras vidas serían plenamente azucaradas y tranquilas, esperábamos con ansias el 25 de noviembre de 2016. CUATRO CAPÍTULOS NUEVITOS DE LAS GILMORE (y encima de hora y media cada uno, joder) que cuentan lo que ocurre en sus vidas durante todo un año. Y llegó el viernes. Y por la mañana ya estaban ahí, en Netflix, esperando a ser visionados. Y muchos nervios, mucho hype, mucha emoción, mucho café, muchos whatsapps con las amichis y mucho querer que todo siguiese exactamente igual. Menos Miss Patty que ha adelgazado tantísimo que a todas nos costó reconocerla, parece que los demás han firmado un pacto con el diablo (y con los retoquitos, pero ole sus coños morenos).

Aviso a navegantes: si no quieres comerte spoilers, mejor que no sigas leyendo. 

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Es probable que lo que buscáramos fuera evadirnos en esa especie de vida ideal que tienen nuestras queridas Gilmore, esa zona de confort a veces tan necesaria. Sin embargo, en cuanto empiezan a sucederse los hechos nos encontramos con un azote de realidad brutal y empieza la montaña rusa de emociones. Aquella Rory brillante que dejábamos aventurándose en el mundo del periodismo siguiendo a Barack Obama en su campaña electoral después de ser una de las mejores de su promoción en Yale, se ve obligada a volver al hogar materno a sus 32 años… ¿Os suena la historia? ¿Cuántas de nosotras nos hemos visto en una situación parecida? Ese momento de frustración e inseguridad tan de los tiempos modernos, de no saber bien qué hacer con nuestras vidas, de pensar que has dejado pasar oportunidades porque te parecían poca cosa, de que todas tus expectativas se han ido al carallo y ahora estás así, sintiéndote una pringada sin rumbo que tiene que pedir ayuda a mamá una vez más; ese desbarajuste emocional que nos bloquea hasta el punto de paralizarnos y echar por tierra todos nuestros sueños. Pero si Rory pudo reponerse (gracias Jess, siempre Jess), nosotras también podemos. Eso sí, mientras nos lo creemos: sollozos, pataletas y cagarse en Amy Sherman-Palladino por meter el dedo en la llaga: ¿a cuento de qué «El Club de los Treintañeros»? Drama, drama y más drama. 

RORYJESS

A todo esto hay que sumarle los devaneos amorosos (casi todas tenemos un pesado Logan que vuelve una y otra vez), la crisis místico-existencial de una Lorelai más enamorada de Luke de lo que piensa, el duelo de Emily (tan real y maravilloso) y las peculiaridades de siempre de los habitantes de ese pueblo tan naif (Lane, Kirk, Michel, Babette, Paris, Taylor… y todo el elenco que en algún momento sentimos casi como nuestra familia), aunque la aparición de Sookie nos supo a poco (como se nota que nuestra Melissa ya juega en otra liga…). Entre unas cosas y otras nos meten con calzador el musical de Stars Hollow que, a mi juicio, es una de las cosas más meh de toda la serie (incluidas las temporadas anteriores). Pero bueno, yo no he venido aquí a ser objetiva y lo perdono todo (menos lo del club de los treintañeros que ni olvido, ni perdón). Y ese final tan simbólico, tan abierto y tan de faltarnos un poquito de oxígeno. Por favor diosito Netflix, más capítulos. Queremos, NE-CE-SI-TA-MOS, saber. 

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Nota de la autora: he tardado una semana en escribir este artículo porque estos cuatro capítulos me tocaron tanto la fibra que necesitaba tiempo para interiorizarlo todo. Así de intensa que es una…