Tu chico puede cambiar. Del odio al amor hay un paso. Cada vez que os cruzáis en la oficina la tensión sexual estalla. ¿Te suena alguna de estas afirmaciones? Seguramente las has visto en una pantalla, pero raramente las has experimentado en carne y hueso. Puedes haber creído que son ciertas pero no, son cosas de ficción.

El cine y las series de televisión han sido responsables de que en multitud de ocasiones nos hayamos creído que existen las historias de amor con finales felices, que eso de comer perdices es posible aunque no seas un personaje de Disney y que el amor todo lo puede. Puede, pero solo a veces.

Tendemos a idealizar las parejas de ficción que han tenido la historia de amor que a nosotras nos habría gustado tener pero que son tan ficticias como los personajes que las protagonizan. En Weloversize hemos echado la vista atrás para recordar a alguna de esas parejas de televisión que tú y yo querríamos ser y nunca seremos.

-Monica y Chandler, de Friends.

¿Quién no ha querido ser como los protagonistas de Friends? Mejor dicho: ¿quién no se creyó que a los 30 años sería como los chicos que toman café en el Central Perk? La historia de amor de Monica y Chandler es una de las más ideales, e idealizadas, que ha dado la pequeña pantalla.

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¿Hay algo mejor que casarte con tu mejor amigo? ¿La adrenalina de mantener un romance en secreto? ¿La complicidad de los besos a escondidas y el sexo en los armarios de los hospitales? Es tan perfecta esta relación que es un cúmulo de imposibilidades.

-Blair y Chuck, de Gossip girl.

Los amores adolescentes de la tele dan para mucho. Por suerte una vez finalizada la edad del pavo somos conscientes de que son historias de amor prácticamente imposibles. Blair quería dominar su mundo: el Upper East Side y lo hacía mientras se sentía terriblemente atraída por Chuck.

La suya fue una relación que rallaba durante varias temporadas el sado sentimental. Una atracción tan fuerte como poco recomendable. Si ellos, con todos sus recursos, no pudieron lograr estar juntos durante años imaginaos unas simples mortales como nosotras.

-Joey y Pacey, de Dawson crece.

Más posible, aunque también rallaba en la inestabilidad sentimental, es la relación de Joey y Pacey. Ellos tenían menos recursos que los pijos de Manhattan, pero aún así él se las apaña para regalarle una pared y que ella dé rienda suelta a su arte.

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Hoy en día lo más romántico que haría Pacey sería regalarle una tablet para que haga sus pinitos de diseño gráfico, pero reconozcámoslo no es lo mismo. Con las nuevas tecnologías se ha perdido el romanticismo.

-Buffy y Angel, de Buffy y de Angel.

Tú creías que tu vida de adolescente era complicada por no saber qué ponerte por las mañanas. Mientras tanto Buffy luchaba contra los vampiros y demonios que trataban de acabar con la humanidad (de su pueblo) y se enamoraba de uno que debía ser enemigo.

El amor todo lo puede y aunque no consiguió resucitar a Angel con su más de siglo de vida sí pudieron mantener su romance entre estacas, patadas voladoras y visitas al cementerio.

-Phoebe y Cole, de Embrujadas.

¿Si su amor es capaz de hacer frente a la magia blanca, el Consejo de Ancianos y los demonios, cómo es que tú chico y tú discutís por decidir en casa de qué suegros coméis el domingo?

El suyo fue un amor paranormal en que prácticamente hubo cabida para todo y la expresión máxima de que uno no decide de quien se enamora. También queda claro que hasta un demonio tiene corazón y es capaz de dejar el lado oscuro por una chica.

-Ned y Chuck, de Pushing daisies.

Historia de amor especialmente idealizada por las que amamos el romanticismo por encima de todo. Es mucho más ‘merengue’ que El diario de Noah, película romántica de máxima expresión de los últimos 25 años.

Noah te construye una casa, pero es que Ned no puede tocarte porque si lo hace morirás. Así que se las apaña para poder besarte colocando materiales entre vuestros cuerpos y que la historia de amor no se destroce. Además, regenta una tienda de tartas. Por si te parece que el romance tenía poco azúcar.

-Mulder y Scully, de Expediente X.

La tensión sexual no resuelta más recordada de los últimos años. A cualquier roce entre archivadores pensábamos que Mulder la iba a empotrar contra todos esos papeles que volaban por la oficina.

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Y de fondo, a pesar de que es una serie de ciencia ficción y busca confirmar que “la verdad está ahí afuera”, lo que todas esperábamos es que Scully acabara en los brazos del guapísimo agente del FBI y al final le reconociera que creía en los ovnis.

-Maddie y David, de Luz de luna.

Aunque hay quien crea que los que crearon la tensión sexual en las series de televisión fueron los de Expediente X no es cierto. ¿Os acordáis de Luz de luna? Aquello sí era tensión sexual, que la veía hasta yo con 10 años, sin saber qué era eso de la tensión sexual.

Se odiaban. Se deseaban. Ella lo consideraba un ser inferior. Él también, aunque fuera por ser chica. Y encima trabajaban como agentes privados. A día de hoy sería una relación tormentosa, de esas en que los vecinos del rellano llaman a la policía por los ruidos que oyen en vuestra casa.

-Carrie y Mr Big, de Sexo en Nueva York.

La suya es probablemente la mayor historia televisiva de ‘chica consigue cambiar a chico’. Tiene todos los ingredientes necesarios para que sea una gran historia de amor: ropa y zapatos divinos a diestro y siniestro, cotilleos entre cócteles con las amigas, varios desengaños amorosos, dificultades por el camino y, al final, él la rescata a ella.

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Es tan poco improbable que tú puedas cambiar a un soltero empedernido para que se case contigo como lo es que te vaya a buscar a París cuando te has ido con otro. Lo sabemos y cuanto menos fantaseemos con ello mejor.

-Leslie y Ben, de Parks & Recreation.

Son la pareja perfecta, uno es el equilibrio del otro, saben ceder ante su compañero,  son detallistas, tienen los mismos puntos de vista en casi todos los temas. Son amor puro y no nos aburrieron en ningún momento.

Como toda historia de amor que se precie estaba prohibida en un principio y se convierte en la fantasía de toda mujer que esté enamorada de un compañero de trabajo.

Pero es que son tan perfectos que sabemos que es imposible exista en la vida real, como el resto de parejas. Y por eso nos gusta tanto creer que pudieran traspasar la televisión y convertirse en nuestra realidad.

Autor: Noelia Rodríguez