Quien me conozca sabe que me flipa todo lo que tenga que ver con el universo Disney y que no me escondo. Pero también soy muy crítica con los mensajes que reproducen en sus películas, series y demás contenidos. Soy plenamente consciente de que, de unos años a esta parte, se han ido produciendo pequeños cambios y las princesas ya no son tan arquetípicas como antes (solo faltaba), pero aún queda mucho que señalar y que reivindicar en la imagen humana que Disney transmite a niños y mayores.

Más allá del machismo y sexismo de las películas clásicas, pensemos por un momento en los personajes gordos (siempre secundarios, por supuesto) del imaginario Disney. Seguro que la primera que os viene a la cabeza es Úrsula, la bruja del mar y, en mi opinión, una de las gordas más molonas del mundo mundial. La amo, me parece lo más… ¿cómo no me va a gustar un personaje que está basado en Divine? ¿eh? ¿EH? Pero claro, la peñita te mira un poco regular cuando dices orgullosa que quieres ser Úrsula. «No mujer, que aunque estés gorda tu eres muy mona». Mira perdona, pero es que Úrsula es bellísima y maravillosa AUNQUE (tócate el coño) esté gorda, joder.

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Pensemos un poquito más… coño, la Reina de Corazones (¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!). Y que no se nos olvide Madam Mim, la señora loca que acaba con un sarampión muy cuqui en Merlín el Encantador. Pues eso, señoras que son malas y gordas. Estereotipo al canto para que las niñas y los niños identifiquen chachi lo malo, no vaya a ser que no les quede bien clarito con los actos de cada una. Creo que es uno de los ejemplos más claros de gordofobia en toda la industria del cine, además de la infrarrepresentación general de cuerpos no normativos en la gran pantalla.

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Pero sigamos pensando… Flora, Fauna y Primavera. Dos gordas de tres y la otra con culazo. Al contrario de las anteriores aquí tenemos todo lo contrario pero que supone otro topicazo en el imaginario popular: las gordas bonachonas y serviciales. Vale que Primavera es así un poco lechona y malencarada, pero le puede el corazón y tal. Pero todavía hay más porque el mismo cuento se le puede aplicar al Hada Madrina de la Cenincienta, al semidios Maui de Vaiana o al bobalicón del Sultán, padre de Jasmín en Aladdín.

En esta onda están algunos esbirros como Le Fou, fiel escudero de Gastón, Little John (vale, que sí, que es un oso PERO…), compañero de batallas incondicional de Robin Hood, el marinero de Peter Pan del que no recuerdo el nombre (¡pobrín!) o Chien Po uno de los coleguinchis de Ping. Todos cortados con un patrón muy parecido: amigables, amorosos, divertidos y algo torpes.

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La conclusión es más que obvia y es que para Disney solo hay dos tipos posibles de personas gordas: los malvados antagonistas y los secundarios bonachones, un claro ejemplo de lo que pasa en con las personas gordas en la vida real (¡NO!). O sea, los gordos y las gordas o pierden en eso de la guerra del bien sobre el mal, o tienen que ser unos resignados segundones simpáticos. No hay término medio y da para pensar en cómo la gordofobia hace mella en todos los rincones de la vida. Ojalá llegue el día en el que veamos un personaje protagonista libre de estos estereotipos corporales.