Hace un par de años o tres o seis o diez, un chico a la salida del metro me dio una publicidad de algo que no me interesaba una mierda. Sonreí y guardé el flyer, sabiendo que iba a seguir sin interesarme su publicidad ni lo más mínimo. En el primer contenedor (de papel, por supuesto) que encontré, lo tiré.

Hoy estoy seguro de que al chico de los flyers le dio todo igual menos la sonrisa.

Estoy seguro porque hace un par de meses (ni tres ni seis ni diez), que yo mismo fui el chico a la salida del metro, el que importaba una mierda a la gente con prisa y al que le cambiaban la mañana un par de sonrisas.

Por aquel entonces, participaba en un concurso de escritura online, al cual por cierto os recomiendo echar un ojo o incluso que os animéis a participar en siguientes ediciones (www.theedgarallanpoets.com). Había conseguido llegar a la final y nuestro reto era, esta vez, crear un vídeo. Siempre busco la inspiración en lo que tengo más a mano, a los pocos segundos de recibir el reto, tuve clarísimo de qué quería hablar.

En las semanas que llevaba en la calle me había acostumbrado al rechazo como respuesta habitual, y llegó a sorprenderme que la gente dijese de vez en cuando «gracias»; es más, cuando alguien de una forma amable, recogía de mi mano el papel que le estaba ofreciendo y además me miraba a los ojos, era yo el que me sorprendía a mi mismo diciéndolo de manera inevitable.

Igual de inevitable era dejar de pensar en si realmente somos quién para mirar tan mal a los demás, para juzgarnos y categorizarnos unos a otros teniendo sólo en cuenta lo que somos -o parece que somos- de una forma hipersuperficial. No podía dejar de preguntarme si lo que nos define son nuestros sueños cumplidos, o los que están por cumplir.

Porque señoras y señores de gris, igual esto les suena a cosa loca, pero atentos al dato, que lo traigo de primera mano: ningún chico de los flyers quiere ser chico de los flyers.

Ni eso, ni dar pena a nadie. Y si no quieren el flyer, bastará con un «No, gracias».

Reuní todas mis preguntas y rodé este vídeo-poema en forma de respuesta:

YouTube video

Ha pasado ya un tiempo de esto, y varias veces me habéis dicho cosas como: «hoy me han dado un flyer por la calle, me he acordado de tu corto y le he sonreído al chico. Creo que se ha puesto súper contento«. Y entonces yo sonrío más, porque creo que podía estar en lo cierto cuando escribí que son las cosas pequeñas las que cambiarán el mundo.

Me vine a Madrid porque estaba harto de soñar en voz baja, porque me habían dicho que de Madrid al cielo y todas esas cosas y porque creía tener muchas historias que contar. ¡Y qué cojones! Creía y creo, las tenía… y las tengo. Y me he dado cuenta de una cosa: la gente se apiada de los valientes mientras estamos en el camino. Luego, cuando cumplamos nuestros sueños -porque los cumpliremos-, dirán que tuvimos suerte.

 

Así que aflójense las corbatas y sonrían muy fuerte a los chicos de los flyers. A ustedes no les cuesta nada y… como mínimo, recibirán otra sonrisa a cambio.