Siempre, y cuando digo siempre es siempre, he odiado mi regla. Con toda mi santa alma. Que sí, que estoy súper a favor de normalizarla, de hablar de ella, de quererla y de visibilizarla, pero en cuanto a mí respecta:

L A  O D I O

O mejor dicho, la odiaba. Ahora ya no, ahora no la odio nada. Ahora la venero, la espero, la ansío, la bendigo, la santifico. Bendita sea la regla de todos los meses y bendito sea el dolor de ovarios que me está atizando ahora mismo en pleno centro.

 

Yo odiaba la regla porque soy super asquerosa con el tema sangre, lo llevo fatal. A mí eso de tener el potorro ensangrentado es que me da putísimo asco, de verdad de la buena. Es algo contra lo que no puedo luchar, intenté cogerle cariño, pero nada chica, que la angustia vital de verme sangre bailoteando por mis bajos es superior a mis fuerzas. Me angustia. De hecho tengo el potorro pelao por el cosicosi que me da la mezcla abominable de sangre+pelos. Es que no puedo, me entran arcadas de pensarlo.

-Bien sabe Dios que yo defiendo a muerte que cada una lleve el potorro como le salga del mismo, que esto no es comentario instando a que nadie suprima pelos de su cuerpo que no quiera suprimir, que yo odio depilarme con todo mi ser, que si me veis las piernas parezco el oso Yogui y bien contenta que estoy, pero el toto no, el toto no puedo.-

De hecho desde siempre he usado tampones, desde primero de la ESO. Todo por no verme ahí el pastel de la compresa con la sangre, buaj. Ahí estaba yo, sentada en el baño de mi abuela, con mis doce años, leyendo las instrucciones de los tampax e intentado descubrir por mí misma cómo funcionaba eso. Qué autodidacta he sido siempre, una superviviente en toda regla (jaja, regla).

El caso es que todo ha cambiado, yo he cambiado. Ella sigue igual, la muy perra, con sus dolores, sus antojos, sus movidas emocionales, su higiene y su atención, pero ahora ya no me molesta, no señoras, ahora la quiero.

Desde que follo amo a mi menstruación, con toda mi santa alma. 

Y lo digo con lo boca bien abierta, regla a mí.

¿Tú sabes el comecome mental que tengo yo desde que hago el amor con el señor que duerme conmigo casi cada noche? QUE HE LLEGADO A SENTIR A UN BEBÉ EN MI BARRIGA. Os lo juro colegas, yo follo una noche y al día siguiente ya noto las pataditas. Es que me cago en mi línea de pensamiento, me paso todo el mes esperando a que llegue mi regla sintiendo que voy a ser madre.

¿Y cuando llega? Joder, cuando llega lo celebro, me voy de cañas, de copas y de despedida de soltera también, por si acaso.

 

Que yo no sé si os pasa a muchas o si es que yo estoy loca o qué, pero es que desde que estoy con mi novio todo lo que veo son pañales, carricoches, potitos y embarazadas. Que yo tengo mucho instinto maternal y quiero ser mamá muchas veces, pero que ahora no, que ahora sería una movida.

¿Estoy enferma verdad? Yo sé que sí.

Pero lo llevo divinamente también os lo digo, que si no fuera así y el drama fuera tan grande pues dejaría de follar o algo, o reduciría las sesiones de yo quiero contigo todo de pereza, pero nada de nada, yo si puedo allá que voy, directa al pene de cabeza. Pobre señor, lo que tiene que aguantar.

Cada vez que me baja la regla le mando una nota de voz gritando y cantando, celebrando que no vamos a ser papás. Él se ríe, pero yo sé que cualquiera día me deja por desequilibrada.

Pues eso, que todo esto es para deciros que desde que tengo una vida sexual activa la regla me encanta, ya he superado las reticencias que tenía hacia ella, ya no es una enemiga, ahora es una aliada.