La historia de la humanidad se organiza en períodos de tiempo, dividiendo los años y nombrándolos de una u otra manera según lo que ocurrió en cada momento. Tenemos la Edad Antigua, la Edad Media, la Edad Contemporánea y ahora, estamos viviendo lo que he decidido bautizar como la Edad del Odio. No hay que engañarse, el odio es un sentimiento intrínsecamente unido al ser humano, sin embargo, recientemente y gracias en gran parte a los grandes avances tecnológicos estamos viviendo unos años en los que el odio hacia otras personas no solo se tiene, sino que además se defiende, se vanagloria y además se presume de él. Esta misma semana tenemos dos ejemplos fabulosos.

Personalmente opino que los influencers son un arma de doble filo ya que tienen tal poder de convicción e influencia que lo quieran o no se convierten en unos generadores de opinión entre sus followers, lo cual dependiendo cómo se use puede ser bueno o malo. Y obviamente son, además, uno de los focos a los que más se dirigen el odio y las faltas de respeto. No es que sea algo solo para ellos, porque la cruda realidad es que este tipo de comentarios y ataques los sufrimos todos, pero sí que sirven como un espejo en el que mirar y darnos cuenta hasta el punto que nuestra sociedad y nuestras mentes están podridas.

Laura Escanes, una de las influencers más famosas de nuestro país,  subió una foto en bañador y por supuesto fue seguida de comentarios de haters que no tienen otra cosa mejor que hacer con su vida que meterse con alguien, llamándola “patas de elefante” o diciendo que poco se nota todo el gimnasio que hace…


Laura no se amedrentó y contestó a los comentarios, muy educadamente (desde aquí, si me lees Laura, mi enhorabuena, porque yo hubiera tenido ganas de mandarles a paseo) y remarcó la importancia de querernos cada uno como somos, aceptando que todos tenemos cosas que nos gustan y que no y sobre todo que nadie puede decirnos nada de nuestra apariencia porque (MAGIA POTAGIA)….EL CUERPO PERFECTO NO EXISTE LADIES AND GENTLEMEN.

Una persona puede caerte mejor o peor, le puedes tener más o menos cariño o incluso puede parecerte que le tienes un mayor o mejor respeto o admiración (allá cada uno) pero jamás esto te dará ningún derecho a meterte con alguien de forma cruel e intencionada. Y por supuesto, no tienes ningún derecho tampoco a defender y animar a otros a que lo hagan, lo cual, amigos lectores nos lleva al segundo caso de esta semana.

*aviso, la siguiente noticia puede provocar vómitos, cabreo y unas ganas de pegar a la pared preocupantes. Léanse las siguientes líneas con paciencia y haciendo ejercicios de respiración (como he tenido que hacer yo para escribirlas)

Resulta que entre el mundo de las redes sociales, YouTube y Twitter, se esconde cierto personaje que se hace llamar SrFortfast, también conocido como Fausto Climent. Después de un proceso de investigación puedo deciros que lo que este personaje hace es hacer preguntas a personas para luego subirlo a YouTube. Hasta aquí todo perfecto pensaréis. Correcto. Hasta que, esta semana decidió preguntar en uno de sus botellones por influencers y no creyó conveniente frenar o no compartir preocupantes comentarios machistas y sexistas.

Las respuestas que recibió son vomitivas porque en su mayoría están cargadas de odio y faltas de respeto, pero más vomitivo es que se atreviese a colgar y dar pábulo a tales comentarios. La peor parada fue Dulceida, porque tiene dos cosas malas en su contra: es influencer y además mujer… Cerda y puta y comentarios de índole sexual hacia ella salieron de la boca de chavales jóvenes PERO ES QUE HUBO OTRO QUE DECIDIÓ QUE ESO SE PUEDE PUBLICAR. Es decir, no solo me gusta ver el odio que hay sino que encima yo me aprovecho de ello y lo comparto con el mundo.


El vídeo, después de una queja de la propia Dulceida ha sido retirado, cosa que a su autor no le ha sentado nada bien y ha intentado incluso excusarse, defenderse y dar pena. ¿Cómo puede ser?  Escuchar, permitir y compartir ese tipo de comentarios hacen que cada vez más a nivel general se fomenten en vez de perseguir los ataques de unas personas a otras. Se ve normal meterse con alguien o insultarlo sin que pase nada y todo ello en una sociedad con una lacra social como el bullying cada día más común y con resultados que en ocasiones han llevado a personas a quitarse la vida.

¿Y todo por qué? Por el odio. Escribimos o decimos lo que queremos, opinamos sin criterio, sin filtro y con maldad de las personas sin importar realmente lo que pueden ocasionar nuestros comentarios. Sin pensar en los sentimientos del otro. Muchas veces solemos pensar que los ataques sobre la apariencia van hacia personas con cuerpos que se salen de lo normativo, pero hechos como estos demuestran que lo que realmente molesta no es que una persona esté más gorda que otra o que tenga un culo más grande que otro, sino que lo que molesta es que seamos capaces de levantar con orgullo la cabeza  y mostrar que pese a todo somos felices.

Da igual que se sea hombre o mujer porque ambos podemos ser focos del odio pero sí que es cierto que la presión sobre las mujeres es mucho mayor. Pero la realidad y el origen de este odio es la envidia sobre la felicidad ajena. Nos molesta que la gente sea feliz, que viva y que disfrute de su vida. Es la felicidad lo que da miedo hoy en día y el odio es una de las mejores armas para controlar y actualmente vivimos rodeados de muestras de odio que intentan hacernos de menos. A todos. Y es labor también de todos, luchar porque estas acciones desaparezcan de una vez por todas.

Marta Álvarez.