Últimamente nos encontramos con un fenómeno muy curioso: señores que nos dicen que nos escudamos en el feminismo para poder justificar el estar gordas. Sí, sí, lo que leéis… el mundo se acaba queridas mías, no os preocupéis por la emisión de gases, por el calentamiento global o por la capa de ozono, cualquier día implosionamos de tanta gilipollez. Es más, si tenéis un ratito haced la siguiente búsqueda en Google: «Obesidad Feminismo». El primer artículo que sale parece ciencia ficción, pero es muy indicativo de lo que estamos hablando: «El feminismo provoca obesidad mórbida en mujeres predispuestas», ¡OJO CUIDAO! (pero lo mejor es que, cuando consigues hacer de tripas corazón y leer el texto, te das cuenta de que nada tiene sentido y de que el machismo, como siempre, es tan gratuito como peligroso). Y es que claro, somos incómodas por gordas, por feministas y por estar hasta el coño de que nos digan cómo debemos ser. Una vez más, las mujeres somos Satán.

©-Kristy-Milliken-002

¿Qué podemos hacer nosotras ante tanto odio e ignorancia? Pues, sobre todo, no quedarnos calladas (¡eso jamás!) e intentar llevar a cabo un poco de pedagogía para los que quieran escuchar y aún se puedan salvar.

El feminismo no es, ni será nunca, una excusa para dejar de hacer algo (adelgazar, cuidarse, whatever) que alguien quiera hacer (y recalco el quiera, del verbo querer). Es más, todo lo contrario porque, el feminismo es un motivo para empoderarnos e intentar liberarnos de las ataduras a las que estamos sometidas, tomar conciencia de nuestros cuerpos, amarlos y cuidarlos. Al contrario de lo que puedan pensar estos señores de las cavernas, este proceso es una carrera de fondo lo suficientemente tediosa y complicada como para tomarla como una simple justificación de lo que sea. Así que, relacionar el empoderamiento corporal y la autoestima femenina con la dejadez es de una violencia simbólica que mete miedo y enmarrona los conceptos para intentar ningunearlos. Un boicot puro y duro de los que no nos quieren libres.

Kristy-Millikenjpeg-1

El feminismo se ha convertido en ese refugio donde no sentirnos juzgadas por tener más o menos kilos, celulitis, estrías, vello corporal… porque es el campo de batalla de todas esas mujeres (con o sin vagina) que luchan diariamente por la libertad y la igualdad. Y ser un refugio no es lo mismo que ser una excusa. Pero es que, en el caso de serlo, es nuestro puto problema y no el de ningún iluminado que venga a juzgar nuestros hábitos con solo echarnos un vistazo.

El activismo gordx no es algo nuevo, lleva casi 50 años de trayectoria en el mundo anglosajón y ha dejado un legado muy interesante para poder desarrollar nuevas experiencias emancipadoras. La reivindicación de la diversidad enriquece a una sociedad que durante mucho tiempo ha mantenido en los márgenes a lo considerado diferente y ahí es donde se encuentran las demandas que exigen que todas las corporalidades sean válidas. En este sentido, la labor de concienciación que se hace desde el feminismo es fundamental para la reconstrucción de nuestros sistemas de valores.

A lo mejor resulta que el feminismo sí que es una excusa. Una excusa para ser mujeres libres. 

Todas las preciosas ilustraciones que acompañan este artículo (incluida la imagen destacada) son obra de la artista Kristy Milliken