Ser feminista convencida no es fácil, es algo que cambia todo tu sistema de valores y te hace estar en un constante examen de conciencia. Una vez te pones las gafitas moradas no hay vuelta atrás: empiezas a ver desigualdades por todas partes, hasta el punto de pensar que te estás volviendo un poquito paranoica. Si a esto le sumamos que te conviertes en la rarita-histérica-exagerada de; primero, tu grupo de amistades de toda la vida (con los que compartías el bocata de salchichón en el recreo y a los que te une ese pasado ideal que es la infancia y la adolescencia); segundo, tu familia (esa a la que no puedes elegir y que seguirá reproduciendo ciertos roles por mucho que te empeñes en cambiarlos) y; tercero, tu entorno sociolaboral (que ni te vas a molestar en intentar re-educar por falta de interés o de intimidad). Por no hablar de la política, la televisión, la publicidad, el cine, el arte y todo aquello que suponga un reflejo de la realidad humana. Privilegios y desigualdades everywhere. Y tú una loca del coño o, peor, una feminazi si tienes la valentía de denunciarlos.

Hasta hace no tanto tiempo el feminismo estaba reservado a intelectuales, académicas y activistas por los derechos civiles de las mujeres. Hoy en día estamos presenciando cómo eso de la emancipación femenina se va convirtiendo en un fenómeno maistream. Evidentemente, todo lo popular tiene sus luces y sus sombras, pero no hay que menospreciar la capacidad transformadora que puede llegar a tener un mensaje que nos llene a todas de ganas de luchar por lo que nos pertenece y nos ha sido arrebatado. Estamos todas juntas en esto, compartiendo experiencias, aprendiendo de nuestros errores, construyendo un nuevo imaginario colectivo y cimentando un mundo un poquito mejor y más justo. Tenemos que ser ambiciosas con esto, tanto como con el resto de nuestra vida, que no solo de éxitos profesionales viven las personas: el feminismo es muy necesario.

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WeLoversize nunca ha tenido pretensiones de ser un medio feminista en el sentido académico del término porque, entre otras cosas, para eso hace falta tener una formación que la mayoría no tenemos y eso es mucha responsabilidad. Simplemente es un lugar que surge como refugio para personas que se sienten o se han sentido ninguneadas y humilladas por un físico no normativo. Poco a poco, se ha ido convirtiendo en un lugar en el que dar voz a mujeres que estamos hartas de que las revistas femeninas tradicionales nos hagan creer que no somos suficientemente algo (delgadas, altas, guapas… insertar aquí cualquier adjetivo que nos convierta en seres frustrados y obedientes). Malditas aspiraciones. Necesitabamos un sitio en el que sentirnos libres y comprendidas en nuestras luchas diarias, lo que también incluye, afortunadamente, inquietudes feministas que den respuesta a nuestra realidad, a los micromachismos cotidianos, al sexismo, a los roles de género impuestos por unas regias estructuras familiares y a otras tantas circustancias sociales que siguen reproduciendo discriminaciones estructurales.

No somos las primeras, ni seremos las últimas. Esto es maravilloso porque significa que el germen de la búsqueda de la igualdad real está brotando en nuestra sociedad y parece que las mujeres hemos perdido el miedo a reivindicar nuestros derechos. Amparadas por valientes como nuestra admirada Barbijaputa (entre otras), que es capaz de acercar la teoría feminista al común de los mortales, explicando con palabras sencillas cuál era (o es) nuestro lugar en este sistema patriarcal, nos replanteamos la vida desde una perspectiva de género (o por lo menos lo intentamos). De esta manera nace esta sección… No para pisar el trabajo de nadie, no para salir como abanderadas de nada. Simplemente queremos recoger el testigo y mantener la lucha viva en la medida de nuestras posibilidades; nos equivocaremos una y mil veces, pero no dejaremos de alzar la voz contra la desigualdad.

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Gordijaputa ha llegado para quedarse. Gordijaputa somos todas.