Me encanta ver las transformaciones de la gente cuando se maquilla: esos tutoriales de YouTube, esos programas de RuPaul’s Drag Race, fotos de antes y después de una sesión de maquillaje profesional… Por desgracia, yo no soy profesional, en absoluto. Nunca he sido muy de maquillarme ni he tenido un trabajo que me exigiera ponerme al día. Por eso, he aprendido bastante lentamente y con unas cuantas cagadas de por medio…

  • Primeros pasos: el gloss. Estoy hablando de este brillito de principiante, de cuando aún no te maquillas como tal. No sé si os pasa/pasaba, pero es tema de mi colega Murphy (el de las leyes) que siempre, SIEMPRE que llevaba brillo hacía vientaco y acababa con todo el pelo glossificado. A día de hoy me sigue pasando con cualquier pintalabios.

(Ni el rey de los Goblins se libra)

  • La base y su gama cromática. Vale, empiezas a cubrirte la cara. Hay dos opciones: el efecto Mulan o el efecto Cheeto. Es decir, o parece que te has echado polvos de arroz y pareces un cuadro antiguo, o que te has puesto los restos de Cheetos de la bolsa y pareces Naranjito. Personalmente, prefiero parecer Mulan. Y ojo al efecto careta si no nos esparcimos bien el potingue por los bordes…

(Al menos no le hace raya en el borde de la cara)

  • Labios jugosos o Carmen de Mairena. Soy de las que prefiere potenciar los labios en lugar de los ojos (porque llevo gafas y no me vale la pena), pero hay una diferencia importante entre ponerte un color potente y acabar gritando “Soy una mujer completa…” (Mairena’s greatest hits). Pues me costó pillar esta diferencia.

(Exagero… Pero pilláis el concepto)

  • Colorete para no parecer enferma. Cuando pillas el tema de la base, te queda la cara como muy uniforme, como draculesca, entonces toca usar colorete y darle algo de vidilla. ¿Primer intento? Heidi. ¿Segundo intento? Muy Heidi. ¿Tercer intento? Turista alemán dos semanas en Benidorm.

(Mucho mejor que yo)

  • Ojos, espejo del alma… Y su alrededor pareciendo un marco hortera. A ver, ¿cómo se hace un ahumado correcto, o cómo se pone un eyeliner como Dios manda? Lo digo porque yo he acabado en plan Rocket Racoon, que solo me faltaba el Groot al lado. Y ponerme los colores de la sombra al revés también me ha pasado (graduación del insti, qué gran momento). De rímel ni hablemos, porque aquí se produciría el regreso de Carmen de Mairena: “Qué cara, qué gesto, ¿pero qué coño es esto?”

(Yo cuanto intenté pintarme los ojos)

  • El mantenimiento. Me refiero a esto de salir a la calle, fiesta, evento o lo que sea y no acabar al nivel del payaso de It. He visto una especie de magia mística que mantiene el maquillaje, pintalabios que no se borran a la que intentas comerte un bocata, rímel que aguanta toda la noche… Lo he visto. De lejos. Tal vez en internet. Porque lo que es yo, será que no sé moverme por las tiendas de cosméticos (son lugares por conquistar para mí), pero es llegar a casa, mirarme en el espejo del ascensor y volver al momento Carmen de Mairena del punto anterior, repetid conmigo: «Qué cara, qué gesto, ¿pero qué coño es esto?»

(Ojalá fuese tan crack como Charlotte)

Después de esto sobra decir que voy muy feliz con la cara lavada a todas partes, aunque no pierdo la esperanza de aprender algún día los misterios de este mundo de cosmética y transformaciones espectaculares.