Llevo años currándome el papelón de Grinch pero cariños, entre lo que me gusta el frío, los polvorones, las mil excusas para estar piripi día tras día y el brilli-brilli, todo el mundo sabe que es mentira. Se supone que este año lo más IN son las piñas de Navidad, pero yo me he dejado engañar para poner un árbol y claro: si hay que hacerlo, pues se hace bien. Así que llevo días haciendo un estudio de mercado y las mil combinaciones posibles. Así que aprovecho para enseñaros mis investigaciones (con sus correspondientes links) porque estoy loca del coñer y tenéis que quererme así.
1. El árbol clásico. Este es el que montaría en casa de mis padres si me dejaran tomar el control. Me imagino un abeto enorme, lleno de luces pequeñitas de luz cálida parpadeante y cargado a tope de elementos rojos y dorados (los colores navideños por antonomasia).
1–2–3–4
2. El árbol nórdico. El típico árbol que te pasarías horas mirando por lo bonito y lo relajante. Toques orgánicos y naturales para introducir en tu salón un mundo elegantemente salvaje.
1–2–3–4
3. El árbol jurásico. La idea es rellenar las bolas transparentes con dinosaurios de goma pequeñicos y darle un toquesito navideño con las estrellas rojas. La mezcla perfecta para no perder de vista el espíritu infantil que nos llena los corazones en Navidad.
1–2–3–4
5. El árbol luxury. Ideal para las señoras urracas que, como yo, se vuelven locas con un brilli o con un doré, y que mucho mejor todo junto. ¿Menos es más? NEVER. (Nota: no os asustéis con el precio de los adornos de cristal, que vienen muchos y luego te sirven para arreglar la lámpara de araña de tu abuela).
1–2–3–4
5. El árbol vintage. Este es mi preferido, porque me fascinan los colorscolorscolors y porque me parece un rollo que, sin ser especialmente original, nunca pasa de moda y siempre llena de luz el rincón en el que pones el árbol. Eso sí, me jode mogollón que los adornos vintage sean tan caros… pero vamos a tomárnoslo como una inversión.
1–2–3–4
¿Y vosotras cómo vais a decorar el árbol?
