Voy a ser lo más polémica que se puede ser hoy en día, y probablemente me tire piedras hasta mi madre, pero lo voy a decir: ser tolerante está de moda.

Entendiendo moda como algo que un colectivo aplica durante un determinado tiempo de manera conjunta, y de manera un tanto “manadil”. Y así, de entrada, no estoy diciendo que esto sea nada malo. Es algo positivo para el mundo que ha generado muchos avances.

El problema viene en lo siguiente: Si eres una persona feminista, contra el racismo, contra la homofobia, contra la gordofobia… contra todo tipo de discriminación en general, tienes como fin último que más gente piense como tú, que más gente se conciencie y que el pensamiento general de tolerancia llegue a todo el mundo. Para así poder hacerles la vida más fácil a esas personas que tan duro tienen su día a día.

Pero lo que está pasando con esta moda, que es lo que pasa con todas las modas, es a veces el efecto contrario: mucha gente se está espantando. No me interpretéis mal, en la mayoría de los casos, la gente que se espanta se iba a espantar de todas formas, no es culpa de nadie.

Pero en algunos casos, es impresionante lo cerrada que pueden ser las personas que se consideran tolerantes. Y aquí pongo un límite: cuando estás convencido de que la única “tolerancia” posible es la tuya, estás haciéndolo muy muy mal.

Creo que todos tenemos algún amigo o amiga que, a pesar de no estar sufriendo directamente una situación de discriminación (como todos los que somos privilegiados cisgéneros, blancos y heteros, a no ser que seamos mujeres, que ya tenemos con eso bastante) pero cree tener el criterio universal de cómo hay que apoyar a esos colectivos y cómo hay que comportarse.

Que le dices, por ejemplo, que a ti te gustaría poder preguntarle su experiencia a una personas trans para poder entender mejor su situación y te dice que no, que eso es una falta de respeto hacia ellos. Que te dice que “la buena intención no es suficiente”, que tan pronto te dice que los hombres no deberían formar parte del feminismo como le ves en una manifestación con el símbolo de la mujer pintado en la mejilla.

Esa gente que se cree más metida que nadie en esos movimientos.

Y yo digo: OJO. El criterio de “la buena intención”, si bien no es definitivo, debería ser suficiente. Nadie sabe cómo se siente alguien dentro de su propia discriminación. Incluso si os podéis “englobar” en el mismo tipo de discriminación, como lo vives tú va a ser muy diferente a cómo lo vive otra persona. Sencillamente porque cada uno es distinto, cada uno sentimos diferente.

Una persona equivale a un mundo, y si a algunos les puede ofender que hagas algo, a otro le puedes ofender que no lo hagas.

Y esa es la actitud que está tomando mucha gente últimamente, agresiva, de gritarle al primero que vea haciendo algo mal, en lugar de dialogar y debatir con esa persona para intentar acercarla a esta postura que nosotros consideramos “la buena”, lo que está provocando es el efecto contrario al que se debería querer: está generando más odio.

La filosofía de WeLoverSize aquí es perfecta: respeto a todo el mundo, respeto para todos, respeto entre todos, respeto en general y como norma.

 

Aquí, si se ve alguna actitud gordofóbica, lo que se intenta es razonar con esa persona para hacerle entender por qué piensa así y por qué no debería pensar así. Intentar evocar en la sociedad una reflexión sobre la situación en la que estamos las personas con sobrepeso hoy en día, y comunicar lo que necesitamos para ser más felices y sentirnos más integradas. O directamente para no sufrir.

Al final, ser minorías discriminadas conlleva una responsabilidad que no le gusta a nadie, pero que es necesaria: concienciar. Y para ello tenemos que lidiar con muchos puntos de vista diferentes, todos igual de válidos, y evolucionar como un conjunto.

¡Cada buena intención cuenta!

 

Kandreonita