Todos somos un poco adictos a comprar por internet. Skyscanner, Booking, Amazon, Asos, Shein, Zara… La compra online es una de esas cosas que apareció en nuestras vidas hace años para quedarse y a la que ninguno estamos dispuestos a renunciar, y es que ¡no puede ser más cómodo! Tienes un evento la semana que viene pero estás hasta arriba de curro y encima llueve como para tener que irse de tiendas… ¡No pasa nada!, entras en google, tecleas Asos en el buscador, et voilá, un mundo de posibilidades se ha abierto ante tí…

Sin embargo, comprar online no es siempre un camino de rosas. Todos aquellos que tenemos memorizado el número de nuestra tarjeta y la fecha de caducidad hemos pasado por todas estas fases cuando hemos hecho una compra por internet.

  1. Indecisión: cuando no sabes qué comprar. Ese momento en el que entras en Asos a comprarte un vestido y acabas con 2 vestidos, unos vaqueros, un bolso y unas sandalias. O cuando visitas Amazon para comprarte un móvil y te acabas llevando un pack de tres fundas, 1 libro para tu cuñado y “Ay fijate, qué mona esta maleta y este cojín de viaje… ¡A la cesta!”. Luego llega ese momento de ver el iconito de la cesta en el que pone 10, y tener que decidir con qué te quedas y qué vas a dejar ahí… you know, “Para la próxima”… 

    OMG, ¿qué me compro?, me gusta todo…
  2. Alegría: cuando haces click. Después de conseguir reducir la lista de la compra de 10 a 6 artículos (que ya que estás, pues no te vas a comprar sólo una cosa… que así sólo tienes que recibir un pedido…) el mejor momento es aquel en el que sacas la tarjeta, metes el número… qué narices, si todas esas páginas web tienen ya tu número de tarjeta guardado… Sólo tienes que revisar el pedido y… click! ¡Comprado! 

    Yes, yes, yes, ya es mío!!
  3. Tristeza: cuando ves tu cuenta bancaria. Esta fase empieza cuando recibes un sms de tu banco diciendo “Se ha efectuado una compra de XXX€ con su tarjeta terminada en ****”. Ahí es cuando te das cuenta que igual no te hacía falta todo lo que has comprado, y vas corriendo a tu app de banca online para mirar cómo tu dinero este mes se ha reducido considerablemente… Bajón… Igual tienes que pasar por Shein a mirar si… ¡No lo hagas!, ¡sé fuerte! 

    Y aún quedan 20 días para cobrar…
  4. Nervios: cuando no sabes si te va a gustar lo que has pedido. Qué dura es la espera cuando no sabes si lo que has comprado será tan maravilloso como parecía, si te gustará, si te quedará bien… “¿Habré elegido bien?”, “¿en serio necesito esos taconazos que sé de antemano que no me van a gustar nunca?”, “¿le gustará a mi chico el regalo?”, “¿cuándo volveré a cobrar para seguir comprando cosas?”. Cuántas inquietudes se sufren… 

    ¿Habré elegido bien?, ay madre, qué nervios…
  5. Cabreo: cuando el pedido no llega. Tienes 27 emails de Amazon o de Asos diciendo “Tu pedido está en preparación”, “Tu pedido sale ya”, “Tu pedido está en camino”… A ver cuándo sacan uno de “Tu pedido está en la puerta de tu casa y el mensajero dice que nos contestas al timbre pero es mentira porque llevas todo el día en casa y aquí no ha llamado nadie…”. Todos hemos vivido ese momento horrible en el que llevas dos días esperando y tu pedido no llega y tú lo necesitas ya… O no lo necesitas pero lo quieres porque lo compraste el lunes y es viernes y llega el fin de semana y quieres ir de estreno. 

    ¿Por qué a mí?, necesito al mensajero de Amazon más que a mi novio…
  6. Emoción máxima: cuando por fin te llega a casa. Ay, ese momento tan maravilloso no se puede comparar con nada. Estás viendo la tele, suena el telefonillo, descuelgas, “Soy el mensajero de Amazon”, qué alegría, qué alboroto, tu pedido por fin está aquí… Has pasado tantos malos ratos esperándolo y ahora ya ni te acuerdas, sólo quieres abrir ese paquete y mirar lo que hay dentro y emocionarte mucho mucho mientras lo estrenas… 

    Ya está aquí, ya llegó, soy feliz, feliz, feliz!!!
  7. Bajón: cuando no te queda bien. Si, ese momento también lo hemos vivido todos. El pedido ha llegado roto. O te queda pequeño. O no te queda bien. O de repente ya no te gusta. Estas cosas pasan. Y te deprimes porque con el tiempo que llevabas esperando tu pedido lo único que querías era abrir la caja y amarlo locamente, pero ya no lo amas. Y ahora tienes que irte hasta Correos a devolverlo y todos sabemos que eso es un coñazo… 

    No por favor, a Correos otra vez noooo…

Seguro que si compráis online de manera habitual habéis pasado por todas estas fases, ¿creéis que nos hemos dejado alguna?, seguro que podemos añadir alguna a la lista…

Podéis encontrar la foto de portada aquí.