Cuando vas en silla de ruedas, como una servidora, te encuentras con las 7 reacciones que vienen a continuación, que te demuestran que aún queda mucho trabajo por hacer para concienciar a la gente sobre las discapacidades:

1.- El que piensa que vas a atropellar algo o alguien en cualquier momento. De los creadores de los cuñados que te indican cómo aparcar, aunque tu ya sabes cómo aparcar… Llega el que te grita “¡CUIDADO!” cada vez que pasas cerca de un perro/gato/niño como si lo fueras a matar. A ver, que un accidente lo puede tener todo el mundo, pero créeme que tengo el mismo dominio de mi silla que tú de tu cuerpo y que he visto al perro/gato/niño, así que no lo voy a aplastar.

2.- El que te trata como si fueras un niño pequeño.

Somos conscientes que lo hacen desde lo más hondo de su patatita tierna y comprensiva, pero no somos seres indefensos en busca de ayuda o incapaces de decidir lo que nos conviene, así que, por favor, guárdate tu opinión o recomendaciones.

Ejemplo: Preguntarte si has venido “tú solita” hasta dónde sea que hayas ido. Porque, claro, ¿a dónde va a ir un ser indefenso por ahí sola en este peligroso mundo?

Segundo ejemplo: Obligarte a abrigarte cuando tú ya has escogido la ropa por la mañana y estabas satisfecha.

– Uf, qué frío hace, ¿No tienes frío?

– No, no, estoy bien.

– ¿Segura?

– Segurísima

– Mira, toma, te pongo mi bufanda.

bufanda

3.-  La típica persona que te para por la calle para preguntarte por qué vas en silla de ruedas. Efectivamente “típica” porque pasa bastante. ¿Ni un hola antes? ¿No le interesa saber mi nombre? No y no, solo le interesa satisfacer su curiosidad y tener algo que contar después. Apuntar que esto lo suelen hacer mayoritariamente ancianos y en pueblos pequeños, pero vamos, que también me ha pasado en la ciudad y también me lo ha preguntado alguien joven.

En estos casos, yo prefiero mentir. Si mi público me pide una historia morbosa, yo se la doy. Así ganamos todos: el curioso se va con una historia cojonuda y yo me echo unas risas.

4.- Los que te regalan cosas, porque sí. Añado esta acción a la lista porque, aunque lo suelo disfrutar, sé que no deberían darme nada. Es como si les dieras pena y quisieran compensarlo o algo así, no sé, tampoco lo entiendo mucho. Pero bueno, por lo general doy las gracias y lo disfruto. Ojalá llegue el día que todo el mundo vea mi silla con la normalidad que ve a alguien con unas gafas, pero en lo que llega ese día…

 

5.- El que se sorprende cuando haces cosas totalmente normales. Probablemente este punto es el que más me escuece, porque me demuestra que esa persona tenía cero expectativas, no esperaba nada de nada de mi, y por eso se sorprende cuando hago algo.

6.- El que evita el tema a toda costa. Los hay que se creen que es tabú, que no se puede mencionar por nada del mundo la discapacidad. Por favor… como si no fuera evidente. Sé que lo hacen por no incomodar, por si un caso fuera algo traumático y así no meter el dedo en la llaga. Pero os digo yo, que la mayoría de los discapacitados que conozco no se ofenden, ni mucho menos, por hablar de su discapacidad. Si se saca el tema con educación, siempre se responderá con educación.

7.- Los que te miran cómo si fueras un espectáculo. Okey, lo admito, para bajar del coche acostumbramos a hacer un poco de parafernalia. Abre puertas, saca las rampas, desata la silla, baja las rampas… Pero si van a mirar, podrían disimular un poco. Que solo falta que saquen alguna foto.

 

¡Mientras no llegue la normalización, las TulliBuenas, nos vamos a seguir riendo de todas estas reacciones que, al fin y al cabo, son sin maldad y dan lugar a situaciones muy cómicas!

Foto destacada.