Una tarde normal de domingo, una pausa publicitaria y ¡sorpresa! Aprovechamos para enseñaros el último videoclip de un cantante enjoyado y de mirada perdida que se supone que deberías conocer.
Ritmo contundente, dentro de un compás básico sacado de algún capítulo de Pocoyó. Hombres (¿hombres…?) luciendo todo tipo de arrebatos varoniles a tope… dialogando en una jerga callejera que si te cuentan que es arameo lo mismo hasta te lo crees.
giphy
Pero lo que llama siempre la atención, es mi cara de patata cuando me encuentro por accidente con estos documentos visuales; con lo que se supone que es nuestro avatar en esas canciones; si queridas; las mujeres de los videoclips.
Esas cinco o seis mujeres poderosas, al borde del constipado fácil, demostrando que pueden compaginar perfectamente las facciones de deseo con posturas imposibles para enseñar sus mejores dotes de contoneo. Que debe ser que lo que viene siendo una camiseta básica no se ajusta al presupuesto, (obvio, se lo han gastado todo el purpurina y auto tune). Y claro, luego estás tú…  pensando que igual al único videoclip al que podrías aspirar es al de ¿los canta juegos?
Pues ahí es donde decidí posar mi taza de muñequitos y reivindicar este sin sentido. ¡No queráis idealizarnos de esa forma! No somos una masa para sobar y sacar a pasear. No tenemos que salir siempre como un accesorio junto a un macho alfa que nos domine y cosifique.  No os acostumbréis a que las referencias a las que tengamos que conformarnos sean del tipo “Dale a esa morena, como se menea…” (Te voy a dar yo, pero te voy a dar un cuadernillo rubio para que aprendas a conjugar palabras como los mayores.), En lugar de “Me encanta observar cómo pasa sus ratos leyendo en el sofá con su pijama”. No permitas que te inculquen esa belleza poco realista. Eres bonita y auténtica sin ser una canción del verano.
Que no te canten las cuarenta.

Mala Galga (@asfigrah)