Redactando un monólogo de humor negro y leyéndoselo a mis amigos me he dado cuenta de lo terriblemente mal acostumbrados que estamos a los eufemismos. A seguir tapando temas para que no se hablen, para que siempre sean tabúes. Pues no, queridísima sociedad… Crear palabras menos «ofensivas» para una situación solo hace que creamos que la situación es ofensiva.

En WLS lo saben bien, ¿Qué es eso de rellenita? Si te sobran unos kilos de más, estás gorda y no es nada malo. ¿Por qué tendría que serlo? Pues lo mismo sucede con todo lo demás. Si a algo que de partida no es malo, le ponemos otra palabra para decirlo diferente… Estamos creando y/o perpetuando el pensamiento de que eso (sea lo que sea) es malo.

Me parece genial que en los medios o en lugares formales no me llamen lisiada… Pero si yo tengo una discapacidad, comprendo que eso no es lo que me define y vivo bien con ello ¿Porqué no me puedo llamar Tulli?

Veréis, los eufemismos cada vez requieren más palabras, cada vez son más largos. Acabo antes diciendo TulliBuena que persona con diversidad funcional.

Y no me malinterpretéis, por favor, me encanta que se sepa que en realidad todos somos diferentes y que no es una discapacidad (no capacidad) o invalidez (no válido) porque yo soy muy válida y capaz de todo lo que me proponga. Pero no necesito eufemismos para ello.

A veces siento que la gente que se siente incómoda con mi enfermedad se refugia en eufemismos en vez de afrontar la verdad. Si no tienes problemas para llamar cojo a tu colega que se rompe un pie, no deberías tener problema para llamarme tulli. Viene a ser lo mismo, en esencia.

Por eso desde aquí quiero animar a la gente a hablar siempre respetuosamente, pero preguntándose por qué usa las palabras que usa y por qué le parecen mal las que evita.

Muchos besis de una TulliBuena capaz de comerse el mundo y válida para una vida de locura.