No sé si seré la única «hater» confesa de estas fechas, pero estoy que ni una pieza de turrón he probado y ya me repite como si hubiese devorado una ristra de ajos. Los langostinos ni de lejos y lo de los christmas me da una urticaria que no hay Urbasón que me la quite.

Aquí va mi manifiesto anti Navidad:

A ver «stablishment», que no me vas a convencer de que el corazón se me reblandezca como una alubia a remojo porque Jesucristo nació por estas fechas hace 2014 años, que no, hombre ya. Que estoy aburrida de que los anuncios de perfumes y del décimo del gordo empiecen cuando todavía llevo puesto el bikini. Que tengo amigos en el Facebook que YA están felicitando las fiestas y mails que asfixian mi correo augurándome un  feliz año nuevo con imágenes horrendas y mensajes edulcorados.

Que la navidad es para los niños y me reafirmo en ello a cada año que pasa. ¿¿Pero qué pasa si no tienes niños cerca y tu, obviamente ya no eres un niño?? ¿Y si aquellos que conformaban tu Navidad ya no están?¿Y si resulta que te parece de una frivolidad suprema compartir mesa con algunos «desconocidos» llamados primos/as, tíos/as que no ves nunca, pero ese día se toman la molestia de indagar sobre tu vida hasta hacer sangre? ¿Y si te llegan felicitaciones inquietantes de ex con remordimientos, amigos que te dieron la puñalada o gente que hace 200 años que no ves e irónicamente te escriben en estas fechas? ¿Y si tienes 83 años y estás solo en esta época en las que «debes» sentirte feliz y en compañía? ¿Y si no quieres entrar en el círculo consumista y pleno de gula que nos empuja a todos a comprar y a devorar?¿Y si te dejó el novio hace una semana y prometió que las pasarías con su familia? Pues eso…lo de siempre, que estamos fuera del prototipo que nos venden y te genera ese sentimiento de que algo no va bien contigo.

Tuve navidades felices cuando era niña, pero aunque me quedan seres maravillosos en mi vida que me las pueden alegrar, como mi madre y mis hermanas. Tristemente, mis abuelos y mi padre ya no están, no soy madre, ni tía, ni siquiera hay una algarabía de niños en mi familia cercana. Soy canaria y vivo en Madrid, y la verdad es que hace un tiempo ya que no me apetece ir por las islas a pasar las fiestas. Aunque debo incidir en que tengo familia y amigos allí a los que adoro y que en otro momento del año no me importa ir a visitarles. Pero que noo, que no me vais a vender la estampa invernal de chimenea encendida y una familia sonriente alrededor de la mesa, trinchando un pavo más grande que mi perro. Llamadme amargada, pero es lo que siento con cada fibra de mi ser.

No quiero ver pelis de Santa Claus, ni especiales de Fin de Año, ni las campanadas con la celebriti de turno. No quiero sentirme mal porque no me he comprado un vestido, zapatos, maquillaje y abrigo para lucirlos en esa fiesta con barra libre a precio de cuerno de unicornio, no quiero comer como si no hubiera un mañana para lamentarme en enero de los kilos que cogí. No quiero propósitos de año nuevo que romper, ni pelar uvas, ni comprar un cotillón en el chino.

Y no hablemos de los Reyes, que con la crisis, mi familia ha cortado el grifo de los regalos y ya nos quedan solo las buenas intenciones y el cariño que nos profesamos, porque hay un acuerdo tácito y real de que el que aparezca con un regalo se le crucifica con los cartones y se le hacen cortes entre los dedos con el papel de regalo. Así de claro.

Ya he pasado algunas fiestas sola y el mundo no se acabó. Pero se queda en uno esa sensación de que algo debe ir muy mal para que en en estas fechas estés sola y es justo ahí donde se desata mi ira, donde las entrañas me reverberan. Lo triste es que haya gente sola todo el año, no solo ahora, que parecemos nuevos, oiga. Y ya no hablemos de lo de la soltería y de las preguntas que debes responder sobre ella a los agentes de Guantánamo que te torturan sin descanso en el intervalo del cocktail de gambas y el solomillo a la pimienta. Siiiii, tengo 31, estoy soltera y sin hijos, y queeeeeeeeeé???.

Al final este Grinch se va a pasar las fiestas en una sucursal que tiene mi familia en León. Y si, lo reconozco, esto del Adviento cristiano tiene cosas buenas…veré a personas que quiero mucho muchísimo y que si no hubiera Navidad sería muuuuy complicado ver. Pero es la única concesión que hago, no sea que al final la alubia se ablande y termine comprando un esperpento de árbol y esperando, con el «corazón lleno de ilusiones», a que un rey mago todo buenorro venga a mi casa a dejarme un regalo.

Bueno….ahora que lo pienso….¿¿y si hago la carta a los Reyes?? Sería un poco como lo de vestirse de muerto en Halloween, ni te va ni te viene, pero es divertido.

Ahí va:

Queridos Reyes Magos,

He sido muy buena y muy mala a partes iguales. La parte en que he sido muy, pero que muuuy mala no os la voy a contar porque al final os ponéis todos cachondos y va a ser que no. A no ser que Melchor sea mi amigo modelo Jacob, Gaspar mi compañero de trabajo Adri (que también es modelo) y Baltasar esté cachas perdío, como un armario ropero que conozco que se llama Bene. Si son ellos, pues chico, cómo te lo explico, que les doy los detalles de mi lado malvado, así, en privado y sin ropa, que así lo van a entender mejor.

Pues eso, a lo que iba, que si os queréis dejar caer por casa con alguna fruslería, mejor os lo ahorráis, que lo material hace tiempo que ya no me provoca. A mi dadme una experiencia para el recuerdo: Algo así de película de Hollywood, con un maromo del 15 que pierda el sentido por mi, un Nueva York nevando de fondo, mi perro saltando por el parque,… eso, si por pedir que no quede.

También me gustaría que me regalarais muchos puntos de esos de línea aérea, para poder perderme por el mundo sin que mi economía se resienta demasiado y claro, salud, mucha salud para los míos y para mi misma, que eso nunca está de más.

Y como al final no me escucharéis, para variar, y no me vais a dar ni la fantasía erótico-festiva, ni la aventura romántica ni puntos para vuelos, pues nada…os pido lo que más falta me hace: paciencia, paciencia y paciencia. Que para los tiempos que corren y con las ganas que tengo yo de quitarle el puesto al Santo Job, me va a hacer falta a raudales. De resto, haced lo de siempre, centraos en los niños que son los que alimentan la ilusión cada año a los adultos descreídos como yo.

Los tres reyes magos veraneando en Torrevieja, y no son los de mi fantasía, prometido.