Mía. Sólo mía. Miísima. Más mía no puedes ser. Y no porque yo te lo diga, sino porque acabo de pagar 2,64€ por ti en el supermercado.

Mía. Sólo mía. Miísima. Esa mía tan tuya que me sabe tan rica. Esa tuya tan nuestra, que se vende en toda España, pero ahora es sólo mía. Pero no una mía de tenerte aquí encerrada conmigo. Es una mía que nada tiene que ver con la posesión. En cuanto lleguemos a casa te libero de tu bolsa, de tu envase, y nos fundimos en una.

Porque contigo he aprendido que cuando te saco del horno nadie se va. Los muy hijos de puta se quedan al olor y me toca compartirte. ¿Es que no tienen casa? O que se compren otra para ellos, pero que no me coman de la mía.

Porque contigo ya no soy una, sino cinco sentidos. Escucho el timbre del horno. Huelo tu aroma. Veo tu textura. Me quemas los dedos, el paladar. Te saboreo.

Porque mi máxima aspiración es viajar a la fábrica y conseguirte más barata todavía. Ese sitio en el que seré feliz y no debiera tratar de volver. Y aún cuando en los paluegos de mi boca traigo restos de otra marca. Mira que me lo advertí: lleva siempre un cepillo de dientes en el bolso.

Mía. Sólo mía. Miísima y ya está. Si quieres algo, no lo vas a dejar ahí en la nevera del super, es que ahorras durante varios días y haces matemática pura con las calorías para poder pasar una noche contigo una vez por semana. Por eso siempre vuelves a mí, y lo haces no porque quieres, sino porque yo te compro, porque necesitas que te vuelva a atrapar. Sabiendo las dos que esta conquista se renueva cada vez que nos volvamos a encontrar. Esto que te ofrezco es de todo menos una prisión, porque entrarás por mi boca y serás mía, pero luego saldrás por mi culo y te habrás ido.

Mía. Miísima. Más que mía y de verdad. Mía porque por mucho que te tenga, jamás te podré poseer del todo. Porque a veces me revuelves el estómago, porque no siempre quedas al punto que a mí me gusta, porque alguna vez he ido a comprarte y no quedas. Siempre que estás volviendo es porque te vas. Y está bien que así sea, está bien que sea yo quien tenga que esperar.

Y es que no sé si lo he dicho, pero mía. Toelrrato. Toeldía. Ya.

226845_1

 

 

Nota aclaratoria: Casa Tarradellas no ha puesto un duro ni me ha regalado una sola pizza. Todo lo aquí expresado es fruto del amor más puro, de los sentimientos más sinceros, no un post de estos de publicidad mierder.