Ni Tara Lynn, ni Ashley Graham, ni Demi Lovato. NINGUNA. Todas somos un drama cuando estamos en estas situaciones. Todas.
– Cuando vas a dentista a hacerte un blanqueamiento dental. Porque claro, tú lo que quieres es ser como Ross de Friends cuando se hace su blanqueamiento. Y vas decidida a tu dentista y te mete esto en la boca. Si crees que puedes estar sexy, explícamelo.
– Cuando tienes que ponerte el gorro condón. Que yo lo entiendo, que es por higiene. Pero oiga por favor, es que es terrible ir a un Spa con mi novio, querer seducirle sin parecer de la familia caracono.
– Cuando vas a la pelu a hacerte mechas. Ahí te ves, sentada, pareciendo un durum envuelto, intentando pasar desapercibida y haciéndote selfies para enviar a tu mejor amiga. ‘Si alguien me ve así, se acaba mi reputación’.
– Cuando te dan la bata del hospital. Y no te cierra, y se te ve el culo, y cada vez que quieres ir al baño echas a todos de la habitación.
– Comiendo una hamburguesa. O una pita. O un california maki más grande que tu cabeza. Abres tanto la boca que tu papada se convierte en tripapada.
– Comiendo sandía. Pues lo mismo que con la hamburguesa. Pero con extra de líquido.
– A las 8 de la tarde un mes de julio. Sales de tu casa maquillada, piensas que te va a aguantar todo el día. ERROR. Quedas con tus amigas y parecéis las amichis del Joker.
– Después de una hora de Zumba. Lo has dado todo, no te queda líquido en tu cuerpo, eres un despojo humano y tu camiseta tiene vida propia.
– Poniéndote los pitillo. Cada día igual, pareces un extra del Cirque Du Soleil. Te contorsionas de maneras imposibles. Pero acaban entrando.
– Cuando te olvidas las gafas del serca y tienes que disimular. Y eres el clon de Serafín Zubiri.
– Cuando te aplicas la máscara de pestañas.