Juan Jesús Aznarez ha escrito un artículo en El País sobre el programa “Mi vida con 300 kilos” en un intento fallido de hacer ver al público que el programa es sensacionalista. Digo fallido porque a los 30 segundos de empezar a leerlo de lo que se da uno cuenta es que lo que es realmente sensacionalista es su artículo. Aparte de utilizar en él un lenguaje absolutamente innecesario donde humilla  a los gordos.

En algunos párrafos quiero entender que intenta hacer humor o incluso ser gracioso. Yo debe de ser que soy de otro planeta pero cuando alguien deliberadamente habla de cualquier ser humano en esos términos y sin empatía alguna, pues lo que me da es asco. No risa.

 

Empieza con frases del tipo “Los gordos incapaces de soltar la manteca les desaparecerá su mala conciencia al ver que ninguna lorza cervecera es comparable al tocino de los de Estados Unidos”. Con esto creo que queda claro el nivel de este señor y que todo lo que vas a leer después va a ser basura de la buena. Ya que alguien que cree que los gordos nos alimentamos compulsivamente de manteca (o similares) demasiadas luces no tiene.

Para excusar el amarillismo de su artículo dice: “ Excluyo de la irreverencia terminológica a las persona obesas por una causa genética, por naturaleza, que aunque se cuidan engordan”. Y así se cree que ya nos ha engañado y que sabemos que él empatiza. Mira es lo único gracioso de todo su escrito.  Porque es un chiste aunque de los malos. Ya que le informo que su artículo, querido, huele a gordofobia de Kentucky a Barcelona.

En mi opinión personal diré que “Mi vida con 300 kilos” es un programa que  no me gusta en absoluto porque se basa en enseñar el horrible sufrimiento de personas obesas, de las cuales una inmensa mayoría han sufrido abusos, y han tenido unas vidas muy duras sin posibilidades económicas de tumbarse en el diván de un psicoanalista tres veces en semana para contarles sus miserias. Por lo que se han refugiado en una relación tóxica con la comida. Y que cuando se ven al borde de la muerte por su exceso de peso van a un doctor sin empatía alguna hacia ellos que les trata como si fueran ciudadanos de tercera y los mata de hambre para que adelgacen para hacerles un bypass gástrico. Mientras enseñan imágenes mórbosas e innecesarias de cómo no pueden ni asearse solos, o de como los depósitos de grasa les llegan a las rodillas. Que yo personalmente no necesito ver para entender perfectamente el horror que viven esas personas postradas en camas y sin poder salir de sus casas. El programa no enseña nada, no hay final feliz, solo morbo y amarillismo barato culpabilizando a los obesos de haber elegido ser así por tragones. Incluso humillándolos y ridiculizándolos cuando no consiguen adelgazar lo que se les marca.

Por lo tanto no estamos hablando de un programa de gordos que se sientan en restaurantes de comida rápida a comerse hamburguesas dobles, kilos de patatas y litros de bebidas azucaradas por glotones. Que son felices tragando y que se han propuesto ser obesos. Irresponsables, fracasados, o mujeres gordas y feas según palabras textuales suyas señor Juan Jesús Aznarez.  Estamos hablando de personas enfermas física y psicológicamente. Y si el programa frivoliza  con ellos o los utiliza para que miles de personas se sienten a verlos con un bol de palomitas sintiéndose superiores  y creyendo que ellos jamás podrían llegar a ser así. Usted con su artículo hace exactamente lo mismo. Y esa falta de humanidad hacia los otros por la forma en la que se expresa solo demuestra que o no tiene ni idea del tema que está tratando o es que no es muy buena persona.

Uno puede elegir ser gordo porque le guste comer y no quiera hacer dieta. O porque le compensa más comerse un plato de croquetas y una cerveza aunque le sobren unos kilos que ponerse una talla 36. Pero nadie elige pesar 300 kilos y es feliz cuando ya no puede valerse por sí mismo. Igual que uno puede elegir fumarse un porro de vez en cuando pero nadie es feliz cuando necesita pincharse heroína a diario porque está enganchado y enfermo. Y a mí que jamás me he drogado y tampoco entiendo por qué alguien lo hace, no se me pasa por la cabeza hablar ni mofarme en esos términos de un drogadicto. Porque entiendo que está enfermo y que sufre. Y ver sus miserias o cómo pasa el mono no me resulta agradable ni necesario. Y nunca hablaría en un tono de superioridad de los drogadictos o los alcohólicos, los fumadores o cualquiera que tengan una enfermedad o una adicción que no pueda controlar y que encima le haga sufrir porque yo no la tenga.

Por lo tanto me creo en la obligación de informarle que los programas sensacionalistas que se alimentan como carroñeros de las desgracias y enfermedades ajenas para avivar el morbo y tener audiencias me parecen vomitivos.  Y su artículo es simplemente la misma basura.