¿Hay vida más allá de la tierra? ¿Dejará Mariló Montero de cagarla algún día? ¿Nos podremos tomar en serio a Cárdenas ? ¿Se puede chuscar sin pillarte como una perra? Todas esas preguntas y más, hoy en la nave del misterio.

Separar el sexo del amor parece fácil en un principio porque claro, a todo el mundo le suena bien eso de trajinarse a un moreno de uno ochenta con ojos verdes sin tener que dar más explicaciones que dónde quieres que te empotren y si han visto tus bragas pegadas en algún lugar del techo, pero la realidad no es tan idílica, porque somos muchas las que no podemos follar sin encoñarnos. Y claro, una que quiere cazar pollas tíos como si fuera una entrenadora pokémon pero no puede, porque me la meten y ya me empiezo a cuestionar que barrio deberíamos elegir para que nuestros hijos vayan a los mejores colegios.

Y lo que os cuento es real. Patético pero real. Resulta que me estaba yo chuscando, trajinado, beneficiando o como lo queráis llamar a un rubio guapo al que había tenido ganas desde que Jordi Hurtado empezara a trabajar en televisión y por fin los astros se  habían alineado  para que me diera lo mío y lo de mi prima cuando no se me ocurre otra cosa que decirle a mi mejor amiga por teléfono que qué bonito quedaría poner un power point en nuestra boda imitando fotos de cuando éramos pequeños. Y claro, evidentemente el pobrecito mío estaba detrás y me hizo el primer HASTA LUEGO MARICARMEN de la historia. De hecho, si lo buscáis en la wikipedia sale mi cara y todo.

Mis amigas, las muy perras, tienen la línea más solicitada que la final de masterchef y viajar habrán viajado poco, pero las han probado de todos los países y claro, eso te da un cierto bagaje cultural que una por mucho que se esfuerce no puede equiparar.

Mi amiga buscando una polla que no haya probado ya

Luego ellas se quejan de que les falta cariño, que si se sienten vacías (el sentimiento de pérdida después de zumbarte a un ruso de 1.90 debe ser horrible y desgarrador) y que tienen ganas de sentar la cabeza durante un tiempo, mientras tú sólo piensas lo guay que debería ser poder tirarte a uno diferente cada vez que te salga de la parrusa y dejarte de tantos novios, idas, venidas e historias complicadas.

Pero como una es como es y por mucho que me esfuerce sé que yo seguiré enamorándome a la primera de cambio y mis amigas seguirán chuscando como si el mundo se fuera a acabar mañana, voy a patentar un radar de gilipollas, para que si nos tenemos que enamorar, sea de alguno que valga la pena.