Es probable que haya personas que me llamen exagerada por escribir esto. Incluso algunas me lo intentarán justificar con el argumento de que como estoy hablando de un personaje público, lo de recibir comentarios terribles sobre su físico les debe ir en el sueldo o algo así (facepalm infinito). Pero de verdad que a mi me parece muy importante señalar estos comportamientos para reflexionar por una parte sobre esa necesidad de decir lo primero que se nos pase por la cabeza sin filtro y por la otra sobre la cantidad de mierda y complejos que nos han metido en la cabeza. Personalmente me agotan los juicios hacia el físico de las personas y, mientras me dejen hacerlo en WeLoversize, no voy a dejar de denunciarlos. Ya basta de verdad.

Y para empezar, sin ánimo de justificarme, pero sí para que veáis que me importa bien poco quien sea la receptora de este tipo de comentarios: Anabel Pantoja me parece muy buena chica pero me cae bastante regular (vamos, que así a bote pronto no querría ser su amiga). Pero con ella me pasa como con la Pedroche: me meto en sus redes solo para cotillear la mierda de comentarios que les dejan y así salgo de mi burbuja de fantasía en la que no se juzga el cuerpo/vida de las mujeres para darme una hostia de realidad. Ninguna de las dos son ejemplo de nada, simplemente son mujeres públicas y solo por eso hay personas que se creen con el derecho de machacarlas desde la comodidad de su smartphone.

Pues bien, hace unos días Anabel subió una foto en su cuenta de Instagram promocionando una marca de bisutería. No es la foto más bonita que tiene pero sí que inspira mucha naturalidad porque claramente no está retocada. No ha ocultado las líneas de expresión que rodean sus ojos y muchas personas se han visto en la obligación de hacerle saber que eso era feo y que estaba mal. ¿Cómo se atreve esta muchacha a boicotear de esta manera lo que se espera de las mujeres?

Vale que llevan eones bombardeándonos con cremas hidratantes antiarrugas supuestamente milagrosas y vale también que casi todas, en mayor o menor medida, hemos adoptado esta potingada en nuestras rutinas diarias de cuidados porque da mucho gustito. Pero de verdad, no entendemos qué tiene de malo que se le noten las arrugas a una mujer… Es más, debería de parecernos maravilloso que las muestre sin complejos porque esas marquitas cuentan la historia de su vida y, sobre todo, de sus sonrisas.

Aquí tenéis una pequeña selección de comentarios de lo más afortunados (ironía, por supuesto)…

Personalmente me pone muy triste ver cómo estos surcos faciales se asocian siempre con algo negativo. Algo que hay que tratar en profundidad para eliminar de nuestros rostros porque qué horror que se note que los años pasan ¿eh? Se tiende a pensar que el mejor momento de una mujer es la juventud, cuando se está tersa y sin arrugas… esa es la imagen que nos venden desde la publicidad y la mayoría de los medios de comunicación. Lo peor es que mucha gente se cree ese discurso tóxico y abusivo y lo transmiten sin ton ni son llegando a envenenar a los demás señalando esas supuestas imperfecciones, no vaya a ser que la peña no tenga espejos en su casa y no se haya dado cuenta del paso del tiempo.

A ver si aprendemos como sociedad a dejar de hacer comentarios sobre cómo se ve o cómo nos gustaría que se viera una señora por muy pública que sea. Y de paso a ver si aprendemos a asumir que las realidades corporales son diversas y NO PASA NADA. Que tenemos demasiado normalizada una uniformidad dérmica que es completamente falsa. 

Basta de wrinkle shaming.