Stop personas sobradas. Vade retro satana a esa gente que necesita corregir todo, a todos y en todo momento. Orden de alejamiento a la peña que te mira con condescendencia cuando dices que te molan los realities, que los sábados por la tarde te quedas embobado frente a las películas de la 3 o que te has leído la saga completa de 50 Sombras de Grey.

Solo conocen La Vie en Rose de Édith Piaf, pero tienen cuatro vinilos colgados en la pared. La música es su carta de presentación, pero pasan del amor al odio en dos meses -lo que tarda su grupo favorito en hacerse famoso-. Entonces borran de Instagram la foto que se hicieron con el bajista del grupo -porque los cantantes, baterías y guitarristas son demasiado mainstream-, y la banda se convierte en el “opio del pueblo”.

El Club de la Lucha y V de Vendetta eran sus películas favoritas, pero cuando las echaron en Neox y se hicieron Trending Topic en Twitter renegaron de ellas. Ahora vagan por foros de internet buscando títulos de cine independiente. Con suerte alguien les dirá “pues no conozco a ese director” y toda esa búsqueda no habrá sido en vano.

Tampoco leían a Superlópez con 10 años porque era demasiado facilito para su elevada capacidad intelectual. Preferían matar los ratos libres con Dostoievski, Prust y Joyce. Que sí, que eran niños prodigio, pero no le preguntes a su madre porque te dirá que no se encontró la raja del culo hasta los 15 años.

Lo más gracioso es que critican las revistas de salseo, las películas románticas protagonizadas por Katherine Heigl y las series de Shonda Rhymes, pero se saben al dedillo todo lo que pasa. Cuando El País comparte un titular de cotilleo no pueden evitar comentar “vaya mierda, esto no es periodismo de verdad”, pero entran. Hacen click. Viven de lo que censuran. Odian a la masa, pero son parte de ella.

No disfrutan de la cultura, la consumen para engrosar su currículum. Un currículum creado a partir de entradas de cine y panfletos de exposiciones. Un currículum que nadie les pide pero que a todos enseñan. Si van a un museo, comparten su ubicación en Facebook. Les da igual el arte, lo importante son los me gustas.

Leen libros que ni entienden para añadir un título más a su lista de favoritos de Facebook y, aunque se duermen mientras ven cine de autor, buscan luego la sinopsis en Filmaffinity para presumir de cultura cinematográfica. Son superiores, son diferentes, son únicos, y sin embargo das una patada a una piedra y te encuentras a cien iguales.

Como dicen en mi casa, si necesitas demostrar todo el rato lo inteligente que eres, a lo mejor es porque eres un poco gilipollas.

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