Seguro que todas reconocéis esa sensación cuando desprecias a alguien, cuando no sientes otra cosa que rabia, cierto asco y hasta repugnancia por un hombre, sea bien por lo mal que te cae, por esa ropa odiosa que lleva o simplemente porque su cara está gritando a toda voz “Sí, es cierto, soy un gilipollas de cuidado”… y resulta que en una décima de segundo por tu mente se cruza una fugaz imagen… y en ella estás desnudando al gilipollas.

¡Horror!

No pasa nada, no estáis solas. Y ya matizo por vosotras, que quien dice con cara de gilipollas, dice con cara de ‘joputa’ o cara de ‘mefollotodoloquesemenea’. Os odiáis muy fuerte por ello, por ese pensamiento, pero no lo podéis evitar porque es incontrolable. En un 95% esa persona es todo lo contrario a lo que buscas en un tío pero ese 5% que arrastra todo el tinglado se puede poner por delante en tu lista de prioridades y como así sea… entrará en ese elenco de vergüenzas acometidas las cuales juras que nunca vas a contar a nadie (hasta que una noche de cócteles con los amigos y tras cuatro rondas –de más– acabas cantando como una tonadillera y sin que nadie te lo pida. Porque sí, porque estás entre colegas y con quién mejor que quitarte el peso de encima).

anigif_enhanced-buzz-9509-1382034538-0

La carne es débil… Ya lo dice mi abuela, que un día me cogió el codo muy fuerte y muy mística ella y sin venir a cuento me miró con fiereza y entonó “Los hombres son de cera…” a lo que tuvo que añadir ante mi cara de estupefacción al no entenderla mucho “…se derriten”. Ya abuela, pero las mujeres también nos derretimos, me temo. Y no siempre merece la pena.

Así, a bote pronto, un ejemplo que os puedo poner a título personal (no voy a cantar, que no estamos de cócteles y no habéis invitado a ninguna ronda aún) es el efecto que me puede producir una imagen. En este caso, la imagen de un famoso, Adam Levine, el cantante de Maroon 5; que dices, no conozco a este tío de nada, no me gusta su cara, no me gusta su rollo chulesco, por poner podría decir que lo que hace no me mata porque oída una canción, oídas todas (y aún así yo canto a gritos Moves like Jagger o Sugar como la que más…) En definitiva, que su cara está gritando a los cuatro vientos que es un pieza y un marranete de cuidado, por no nombrar que cada vez que abre la boca o hace alguna de las suyas se luce en condiciones… Y aún así, después de toooodo eso, yo es verle y juro que se me descontrola algo en el mecanismo y por cortocircuito estoy segura que si lo viera me estaría bajando las bragas al segundo uno: «Hola, ¿qué tal? No hace falta que hables”. Lo que viene siendo “ponerse to burro” de toda la vida…

kissing_adamlevine

¿Cómo? ¿Que hay sorpresas en el auditorio? Que las mujeres nos podemos “poner to burras” también, tontuelos… Y cometemos errores, como todos, y algunas (no todas, puede que muchas) tenemos en el historial ese momento de debilidad del que os hablo, esa reflexión a posteriori en nuestra cabeza que nos hace tratar de entrar en razón: “Pero a ver, ¿por qué te lo tiraste cuando no lo soportas?”. Puede que en estos momentos de debilidad uno sea tonto de remate, que, como cuando vuelve de esos cócteles y la cabeza estalla, repite que no volverá a beber jamás… hasta la próxima. Sin embargo, somos el animal que tropieza dos veces con un gilipollas… Y es que ante estos casos quiero creer no hay que arrepentirse de nada, que la alegría al cuerpo se recibe igual aunque el emisor sea alguien con quien te cruzarás a la acera de enfrente la próxima vez que lo veas o por quien te llevarás la mano a la cabeza cuando alguien lo nombre…

Mujeres del mundo que habéis sido incapaces de controlar el irrefrenable e incomprensible deseo que os produjo un día un gilipollas, sabedlo… No estáis solas.

tumblr_lztz00u0v81qloql8o1_500